FICHA

Titulo original: Bajo sospecha.
Título en España: Bajo sospecha
Temporadas: 2 (18 episodios)
Duración episodio: 60 minutos
Año: 2015-2016
Temática: policiaca
Subgénero: misterio
Resumen: Un comisario de policía, el que resulta ser su hijo y su ayudante emprenden investigaciones criminales (una por temporada) en las que desfilan multitud de sospechosos hasta que finalmente resuelven el caso.
Actores principales: Yon González, Blanca Romero, Lluís Homar, Pedro Alonso, Alicia Borrachero, Armando del Río, Melanie Olivares, Gloria Muñoz, Natalia de Molina, José Ángel Egido, Vicente Romero, Georgina Amorós, Roger Padilla, María Cotiello, David Solans, Hugo Becker, Mar Sodupe, Concha Velasco.
Lo mejorun guion sólido para unos buenos actores.
Lo peor
: sobran dos episodios.
¿Cómo verlo?: se emite en HBO y está entre los programas a la carta que se pueden ver en Atresseries.

Puntuación: 6,5

TRAILER PRIMERA TEMPORADA

TRAILER SEGUNDA TEMPORADA

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Lo mínimo que hay que saber sobre BAJO SOSPECHA

Las dos temporadas de Bajo sospecha están todavía por debajo del nivel del “nordic noir” y de series inglesas del mismo tipo. Pero si en productos como Mar de Plástico, el desnivel era abisal para la serie española en relación a otras realizadas en Europa, en Bajo sospecha, se alcanza un estándar muy parecido al de las buenas producciones del género. Después de Crematorio (que seguimos considerando como el producto mejor acabado del género negro español televisivo de los últimos años), Bajo sospecha, podemos decir que va por el buen camino hasta que a partir del séptimo episodio la historia se prolonga innecesariamente. Entre 7 y 8 entregas hubiera sido la medida ideal de la serie..

DE LA PRIMERA A LA SEGUNDA TEMPORADA

Esta serie ha resultado muy criticada. Claro que hoy hace falta tener en cuenta que, salvo los críticos independientes, uno no puede estar muy seguro de si la crítica que realiza tal o cual medio de comunicación corresponde a la realidad o más bien a los intereses de la propia empresa. En general los medios escritos y sus desdoblamientos en Internet, solamente entrevistas a autores que publican en editoriales del mismo consorcio y apoyan a series que, a pesar de ser infames, están promovidas por la propia empresa o aliadas. Así que, aquí y ahora, hay que ir con mucho cuidado con lo que se lee. En esto de las series vale la pena ver el primer capítulo para hacerse una idea de lo que seguirá. En ocasiones, incluso el segundo, para saber a qué atenerse y forjarse una opinión propia.

Sobre la primera temporada de Bajo Sospecha, la serie recibió muchas críticas por la presencia de Blanca Romero que en 2010 había sido nominada como Mejor Actriz Revelación en los Goya. Se achacó en la primera temporada de Bajo Sospecha que no diera la talla. El espectador puede comprobarlo por sí mismo: en nuestra opinión, la actuación fue correcta, incluso, a diferencia de otros jóvenes actores, se la entendía y conseguía modular la voz. Sin embargo, las críticas que recibió fueron demasiado duras como para que pudiera repetir en la segunda temporada.

En la segunda hay un elemento que no es tan novedoso para quien hace visto la serie norteamericana El puente y su matriz nórdica Bron/Bröen: así como el tema de la primera es la colaboración entre un policía mexicano y una norteamericana y en la segunda la colaboración policial sueco-danesa, en Bajo Sospecha se registra un mano a mano entre la policía francesa y la española. Aparecen rivalidades, especialmente entre el método cartesiano francés y lo intuitivo del método carpetovetónico. Los dos protagonistas –francés y español- no terminan de llevarse bien, pero al final su colaboración se convierte en un camino de rosas.

LOS MARCOS ESCÉNICOS

El desarrollo de ambas temporadas tiene ciertas similitudes: en ambas, episodio a episodio van apareciendo sospechas que apuntan hacia tal o cual personaje. Inicialmente, estas sospechas son definitivas y parece que el grupo de policías encargados de la investigación ha dado con el culpable, pero, finalmente, en cada episodio se termina demostrando, si no la inocencia, si al menos la extrañeidad del sospechoso con el asesinato. El principio de que “nada es lo que parece” está presente en todo momento. El problema es que, a medida que avanza cada temporada, la serie se va quedando huérfana de sospechosos, hasta que estos terminan faltando. Esto señala el principal problema de esta serie: demasiado larga. La trama hubiera debido concentrarse en menos capítulos y estos hubieran tenido que registrar más movimiento, más acción, persecuciones, momentos de tensión extrema, en lugar de tantos sospechosos que, finalmente, resultan ser pobres diablos. La densidad de «misterios» acumulados en las entregas convierte a la trama en excesivamente retorcida, a veces inextricable .

Otro problema habitual en series de género negro español es que siempre queda algún cabo suelto. En Bajo Sospecha no ocurre exactamente: se ha tratado de integrar todos los «enigmas» sin dejar nada en el aire: el problema es que, finalmente, el espectador tiende a ver que los cinco muertos, la casi una decena de sospechosos, la desaparción de una doctora, se han producido a causa de un efecto poco convincente. A nadie se le escapa de decepcionante desproporción entre causa y efecto resuelta en el último capítulo de la segunda temporada.

Si la primera temporada transcurre en el entorno de una familia aparentemente feliz, en la segunda fluye en el interior de un hospital. En ambos casos, la resolución del caso pasa a través de la pareja protagonista (hombre-mujer en la primera temporada y español-francés en la segunda) que consiguen infiltrarse en el entorno familiar y profesional de los sospechosos y hacen avanzar la investigación. La “infiltración” es un recurso extraído de series norteamericanas de los 70 y 80 (Canción Triste de Hill Street, Cagney y Lacey) o más recientes (El infiltrado, Real humans, Occupied o El hombre en el castillo). Se trata de un recurso efectista, a condición de ser creíble. Y en Bajo Sospecha lo es.

UN BUEN CUADRO DE ACTORES EN ACCIÓN

El veterano Lluis Homar aparece como el jefe del grupo de policías, cuyo hijo resulta ser uno de los agentes infiltrados, Yon González. Ambos salen airosos del trance y sus actuaciones son correctas. Otro tanto ocurre con Alicia Borrachero en la primera temporada, Pedro Alonso, José Ángel Egido y el resto del reparto.

En la segunda temporada, el policía francés es interpretado por Hugo Becker que muestra un muy buen dominio del castellano y a quien habíamos visto recientemente en dos series francesas particularmente notables: Baron Noir y A very Service secret, en los que desempeñó registros completamente diferentes. Su jefa es Mar Sudupe, soltera y propietaria de una tortuga. Vicente Romero, muy brillante en Crematorio, en donde ejercía como villano, ahora lo hace como policía campechano, eficiente, irónico, beligerante en sus relaciones con la parte francesa e insustituible. En cada comisaría española hay un policía como el encarnado por Romero. Rostros consagrados en la pequeña pantalla como Gonzalo de Castro (Siete vidas, 1999-2006; Doctor Mateo, 2009-2011), Luisa Martín (Médico de familia, 1995-1999), Marcial Álvarez (El comisario, 1999-2009), José Luis García Pérez (Guante blanco, 2008, Carlos Rey Emperador, 2015-2016) o la veterana Concha Velasco, contribuyen a que el nivel de la interpretación sea más que bueno.

VALORACIÓN

Podría haber sido una buena serie (los actores, en realidad, la hacen creíble), pero a los guionistas les ha faltado habilidad para articular una trama creíble. O bien hubieran sido necesarios episodios más cortos: en lugar de 60 minutos, con 40 hubiera bastado. O bien acortando el número de episodios, concentrando la trama. El exceso de «misterios» que vimos en la segunda temporada, termina empantanando la trama y haciendo interminable el final. Sobran sospechosos y falta argumento. En segundo lugar, la fotografía debería de haberse cuidado: no es que sea mala, es que es demasiado convencional. Hace falta aprender a jugar con encuadres inéditos, filtros y tomas más ambiciosas; de lo contrario, todo parece excesivamente convencional. Y, sobre todo, falta pulir el guión: simplificarse en lugar de dispersarse.

Lo hemos dicho muchas veces: el potencial cinematográfico y artístico que existe en España y la extensión de la lengua castellana en el mundo, hacen que sea injustificable el que nuestra industria de series televisivas no esté en condiciones de filmar al año cuatro o cinco productos exportables (Bajo sospecha debería ser una de ellas) en lugar de productos mediocres sin ambiciones y sin futuro. No hay excusa.