¿EL PROTAGONISTA DEBE MORIR?

La película Psicosis de Alfred Hichkokct pasará a la historia, entre otras cosas, porque fue la primera en la que la protagonista era asesinada al acabar el primer tercio del metraje. Hasta ese momento, cuando algún prota moría debía ser en las últimas escenas y, preferentemente, de manera heroica. Pero el maestro del suspense, en esto también, estaba dispuesto a ser un innovador. En las series es más frecuente ver como alguno de los protagonistas muere “por necesidades del guión”.

En efecto, Charlie Sheen, protagonista de Dos hombres y medio, se había mostrado un actor insoportable: llegaba tarde a los rodajes, frecuentemente con signos de haber consumido alcohol, daba excesivos problemas, peleas constantes, así que la productora optó por despedirlo y justificar su desaparición de la serie, simplemente, matándolo (le cae un piano encima).

Otro tanto le ocurrió a Shannen Doherty, explosiva protagonista de Embrujadas, al parecer insoportable y de carácter complicado. La productora hizo que “Prue Halliwell”, el papel que interpretaba, resultase atacado por un demonio particularmente cruel. “Shax”, si no recordamos mal. Se la llevó el demonio -nunca mejor dicho- porque en la siguiente temporada nadie parecía acordarse de ella.

Hay muertes previsibles. Cuando aparece Sean Bean como protagonista, lo más razonable es pensar que va a morir de un momento a otro. Bean es, en estos momentos, el actor “más asesinado” de nuestro tiempo. Raro es el papel que protagoniza y en el que no termina descalabrado. Por tanto, cuando lo vimos en la primera temporada de Juego de Tronos intuimos inmediatamente lo que iba a ocurrir (la suya fue una de las primeras muertes -vamos por el centenar- que se han producido en esta serie).

Otros actores cubren lo que podríamos considerar un bucle: inicialmente se les creía muertos, luego aparecen y, finalmente, mueren verdaderamente y para siempre. Tal es el caso de “Brody”, el co-protagonista de las dos primeras temporadas de Homeland, interpretado por Damian Lewis. No es el único caso de una serie que sobreviviera a la muerte de su co-protagonista carismático. Recordemos que, en Vikingos, el jefe, “Ragnar Lothbrock”, carismático donde los haya, muere al final de la segunda temporada. La serie prosiguió centrada en sus hijos.

Y luego están series en las que el protagonista, por algún motivo, se ha hundido y debe ser reemplazado. El caso emblemático es “Frank Underwood”, el protagonista indiscutible de House of Cards. La carrera de Kevin Spaney no pudo soportar la acusación de un joven que dijo haber sufrido abusos deshonestos por parte del actor una década antes. Claro que, con los precedentes de Lincoln y Kennedy, era fácil deshacerse del actor que interpretaba el papel de presidente de los EEUU…