FICHA

Título original: Dexter.
Título en España: Dexter.
Temporadas: 8 (96 episodios).
Duración episodio: 50 minutos.
Año: 2006-2013
Temática: Thriller.
Subgénero: Acción.
Resumen: El hijo adoptivo de un policía, es educado por éste para controlar y orientar ss impulsos psicópatas. De mayor se convierte en analista de sangre de la policía mientras satisface sus impulsos psicópatas asesinando a criminales y delincuentes.
Protagonistas: Michael C. Hall, Jennifer Carpenter, James Remar, David Zayas, C.S. Lee, Lauren Vélez, Desmond Harrington, Julie Benz, Christina Robinson, Preston Bailey, Keith Carradine, John Lithgow, Erik King, Geoff Pierson, Julia Stiles, David Ramsey, Colin Hanks, Jimmy Smits, Peter Weller, Mark Pellegrino, April L. Hernandez, Courtney Ford, Jonny Lee Miller, Christian Camargo, Daniel Goldman, Jaime Murray, Evan George Kruntchev, Jason Manuel Olazabal, Rick Peters, Tasia Sherel, Maria Doyle Kennedy, Valerie Cruz, Edward James Olmos, Mos Def, Rya Kihlstedt, Josh Cooke, Billy Brown, Aimee Garcia, Yvonne Strahovski, Charlotte Rampling
Lo mejor: que supo mantener el interés y la tension a lo largo de todas las temporadas.
Lo peor
: que, a fin de cuentas, el protagonista era un psicópata asesino.
Lo curioso: fue una de las series más vistas del canal Showtime: a media que se iban proyectando las temporadas, ganaba audiencia..
¿Cómo verlo?: En Netflix

Puntuación: 8

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Lo mínimo que puede decirse sobre DEXTER

Lo sorprendente de Dexter es que durante las ocho temporadas que estuvo en antena, no registró la habitual caída de calidad que se produce en series longevas. Ayudó a ello el que en cada temporada se producían variaciones sustanciales en las situaciones e incluso en los protagonistas, y por supuesto el oponente al personaje central variaba también. El numeroso equipo de guionistas se esforzó en que la serie no cayera en la rutina y en el dejá vu. Solamente así se explica el caso, prácticamente único, de una serie que empezó con buenos niveles de audiencia y terminó ocho años después, con niveles todavía mayores.

Dexter es el antihéroe por excelencia y llevado a la enésima potencia. Pero, a diferencia de otros personajes similares (recordamos ahora, a bote pronto, Hannibal, protagonista de la serie de TV que lleva su nombre que generan repulsión y rechazo para la adiencia), Dexter genera empatía a pesar de tratarse de un psicópata de manual. A poco que empiezan a desgranarse los capítulos, el espectador se va sintiendo cada vez más próximo al personaje, incluso tiende a considerar como necesario el que elimine a otros policías que sospechan de él. No es fácil lograr ese efecto, ni fácil tampoco el mantenerlo durante ocho años.

Quizás donde la serie falla es cuando pretende explicar el origen de la psicopatía del protagonista: no hay explicación para el psicópata, se ignora porqué es como es y porqué desde muy niño ya evidencia estas características sin que haya mediado ningún estímulo negativo en su educación. No existe un perfil previo que determine quién será o no psicópata, pero a los cinco años, esta enfermedad del alma ya ha aparecido en un 2-3% de la población. Afortunadamente (¿o no?) la mayoría de los afectados son “psicópatas integrados”, no son asesinos, sino solamente empresarios, políticos o personas que no tienen el más mínimo empacho en causar problemas a otros, manifestar una egolatría extrema, mentir con desparpajo y sin afectación, confundir el “bien” con sus intereses y no sentir empatía por nadie. Las cárceles están llenas de psicópatas y, junto con las bancadas parlamentarias y los consejos de administración de las grandes empresas, son los escenarios a los que va a parar esta mala raza que, sin embargo, en el caso de Dexter, genera incluso una irresistible ternura.

Es difícil no estar del lado de Dexter: su padre, que desde el principio, advirtió sus tendencias y que conocía bien la naturaleza del psicópata, intentó por todos los medios encarrilar esta desviación. Le enseñó a acabar con aquellos delincuentes que, por algún motivo, quedaban impunes. En la edad media, el verdugo era un personaje odioso porque asesinaba a otros, su figura quedaba reivindicada porque actuaba en nombre de la justicia. Era un mal necesario. Dexter es algo parecido: el espectador incluso tiende a lamentar que en su barrio no actúe un Dexter apiolando y descuartizando a los malvados y llegando allí donde una legislación proteccionista es utilizada por el delincuente en su favor. Por eso gusta Dexter: porque cada vez parece más necesario en la sociedad.

La serie, por lo demás, tiene un ritmo endiablado que no disminuye en ningún episodio. El protagonista, Dexter Morgan, capaz de mostrar la mirada más inquietante del milenio, realizó una inteligente y cuidada creación del personaje. Michel C. Hall, en efecto, tiene un breve historial cinematográfico (apareció en Paychek [2003]) y televisivo. Apareció por primera vez como protagonista en la serie Dos metros bajo tierra dejando un excelente recuerdo que revalidó al año siguiente de concluir, asumiendo el papel de “Dexter Mongan”.

Nadie ha puesto en duda que se trata de una de las mejores series del milenio, innovadoras tanto por el planteamiento como por la intensidad de las distintas líneas argumentales y por el interés siempre sostenido de todas sus temporadas. Si no la ha visto, ya es hora de que la vea. Al final terminará deseando ser vecino de un psicópata especializado en convertir en carne picada a los indeseables.