FICHA

Título original: The Sopranos.
Título en España: Los Soprano.
Temporadas: 6 (86 episodios).
Duración episodio: 45 minutos.
Año: 1999-2007
Temática: Drama.
Subgénero: Mafia.
Resumen: Vida cotidiana de una familia de pequeños mafiosos de New Jersey apegados a sus tradiciones y a su particular escala de valores, basado en las confidencias del “capo” a su psiquiatra.
Protagonistas: James Gandolfini, Edie Falco, Lorraine Bracco, Michael Imperioli, Tony Sirico, Aida Turturro, Dominic Chianese, Jamie-Lynn Sigler, Steve Van Zandt, Drea de Matteo, Steve Schirripa, Nancy Marchand, Dan Grimaldi, Joseph R. Gannascoli, Federico Castelluccio, Steve Buscemi, Joe Pantoliano, John Ventimiglia, Sharon Angela, Robert Iler, Frank Vincent, Vincent Pastore, Kathrine Narducci, David Proval, Peter Bogdanovich, Jerry Adler, Jason Cerbone, Vincent Curatola, Ray Abruzzo, Arthur J. Nascarella, Paul Schulze, Richard Portnow, David Margulies, Karen Young, Alla Kliouka Schaffer, Angelo Massagli, Annabella Sciorra, Danielle Di Vecchio, Denise Borino-Quinn,Frank Santorelli, Frankie Valli, George Loros, Greg Antonacci, John Fiore, John Heard, Joseph Badalucco Jr., Lillo Brancato, Lola Glaudini, Tony Lip, Louis Lombardi, Matt Servitto, Oksana Lada, Toni Kalem, Paul Herman, Robert Funaro, Max Casella, Peter Riegert, Tony Darrow, Ari Graynor, Cara Buono
Lo mejor: James Gandolfini en su papel de capo.
Lo peor
: Su desaparición creo momentáneamente un vacío que costó superar.
Lo curioso: Uno de los protagonistas de la serie Steve Van Zandt saltaría luego a una maravillosa serie tragicómica con temática parecida realizada en Noruega: Lillyhamer.
¿Cómo verlo?: En HBO.

Puntuación: 8,5

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Lo mínimo que puede decirse sobre LOS SOPRANO

Serie considerada como una de las mejores del nuevo milenio, nos cuenta la vida cotidiana de una familia mafiosa de Nueva Jersey. No se trata de una mafia de altos vuelos, sino de una pequeña mafia de barrio dirigía por “Tony Soprano” (James Galdolfini). A lo largo de los 86 episodios de los que consta la serie, podemos asistir a las vicisitudes de esta familia hasta que, finalmente, solamente hay una salida lógica que constituye el final de la misma y que, obviamente, no podemos revelar.

En la serie, “Tony Soprano” y sus compañeros son responsables de decenas de asesinatos y de kilos de droga colocada a través de sus “dealers”. No son, lo que se dice, “buena gente”, son delincuentes despiadados y sin escrúpulos, chapados a la antigua, como los viejos mafiosos sicilianos de los que son herederos y cuyas costumbres han seguido manteniendo en el nuevo continente que les acogió. Son, desde el punto de vista ético “anti-héroes” a los que solamente la habilidad del director y de los guionistas y el buen hacer de Gandolfini y de sus compañeros hace digerible y empático para el espectador.

Es muy fácil que un investigador privado, un policía o alguien “de bien” termine resultando simpático para la audiencia. Mucho más complicado es que un gánster inmisericorde sea asumido como ídolo por la audiencia. Y sin embargo, hemos visto en los últimos veinte años muchos de estos casos: los protagonistas de Boardwalk Empire, de Sons of Anarchy, Ray Donovan o el propio Dexter, pertenecen a este género, entre los de primera fila y una segunda tanda de mucha menos calidad han intentado imitarlos. ¿A qué se debe que el “héroes” del siglo XXI, sea el que nadie se hubiera atrevió a proclamar como tal desde el inicio de la televisión como espectáculo de masas hasta  la noche que nos llevó del siglo XX al XXI? La pregunta es todavía más procedente porque hemos citado a cuatro de las mejores series del siglo XXI (cinco con Los Soprano).

La razón es simple: una sociedad conforme con lo que le rodea, condena lo que la desestabiliza y genera problemas en su interior; alaba la “ley y el orden”, el conformismo y al héroe convencional que la defiende. Por el contrario, cuando una sociedad empieza a ser consciente de que es fundamentalmente injusto, que está dirigida por mangantes, organizada caóticamente y con sistemas políticos y económicos ineficientes, todo aquel que la torpedea, que se sitúa en sus márgenes, que hace valer su propio derecho a la diferencia y a la disidencia, todo aquel, en definitiva, que nos muestra ejemplos de rebeldía y marginalidad, el que se atreve a vivir fuera de la “ley y el orden”, reemplaza a la figura del “héroe”. Es la figura nueva del anti-héroe que hoy se vuelve protagonista de las series más aclamadas. “Tony Soprano”, “Ray Donovan”, “Nucky Thompson”, “Dexter Morgan”, los moteros de Charming, todos ellos son rebeldes contra el orden establecido, ese que ya no carece de argumentos para generar interés. Se diría que los guionistas son los primeros en carecer de argumentos para defender el sistema y optan por las figuras de delincuentes para que empaticen con el espectador.

Los Soprano es hijo de la creatividad de David Chase, un veterano con un largo historial de éxitos desde Kolchak hasta Doctor en Alaska (1990-1995) y que obtuvo varios Emmy por su concepción de una familia mafiosa. De hecho, se trata de una de las series más premiadas de la historia. No hubo temporada que no conquistara algún prestigioso galardón, tanto a la serie en sí misma, como a los personajes que participaron en ella. Así mismo, pocas series han conseguido tanta unanimidad por parte de la crítica que ha sabido apreciarla y elogiarla hasta considerarla en algún caso como “la mejor serie de la historia” y una “obra maestra de la cultura pop”.

Por nuestra parte, sin excedernos en elogios, la consideramos, en efecto, como una serie difícilmente imitable y que se sitúa en el pelotón de cabeza de productos. No es, desde luego, la mejor. Y no lo es porque el “anti-héroe” no puede ser nunca considerado como emblemático y elogioso. Este es el riesgo de una serie de este tipo: rechazar un sistema, pero considerar que todos los que se oponen, de alguna manera, a él, tienen idéntica legitimidad y mérito. Pero, si hacemos abstracción de esta consideración ética, debemos reconocer que la serie es excepcional, de las que solamente aparecen una o dos en cada década. Y por ello mismo puede gustar a un público muy amplio y difícilmente decepcionará. Es, además, una seria con un mérito añadido que es síntoma de calidad: la serie es regular en su interés, no hay capítulos mejores o peores, no hay temporadas más sembradas que otras; todas tienen análogo interés, nunca hay un episodio que decepciones o en el que disminuya el ritmo narrativo o las calidades interpretativas. Serie redonda que recomendamos.

 

 

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