FICHA

Título original: Without a Trace
Título en España: Sin rastro
Temporadas: 7 (160 episodios).
Duración episodio: 45 minutos.
Año: 2002-2009
Temática: Investigación.
Subgénero: Desaparecidos.
Resumen: Una unidad del Departamento de Policía de Nueva York está especializada en la búsqueda de personas desaparecías. Compuesta por seis personas, en cada episodio resuelven un caso de este tipo.
Protagonistas: Anthony LaPaglia, Poppy Montgomery, Eric Close, Marianne Jean-Baptiste, Enrique Murciano, Roselyn Sanchez, Adriana DeMeo, Ty Miller, Joshua Gomez, Eric Scott Gould, Adam Kaufman, Mary Elizabeth Mastrantonio, Vanessa Marano, Charles S. Dutton, Martin Landau, Kirstie Alley, Laura Marano, Alexandra Krosney, Mircea Monroe, John L. Curtis, Lynn Whitfield, Vanessa Marcil, Alexandra Fatovich.
Lo mejor: Anthony LaPaglia en el papel de “agente Jack Malone”.
Lo peor
: la decadencia personal de “Malone” en la quinta temporada.
Lo curioso: el protagonista, Anthony LaPaglia estuvo a punto de protagonizar la serie Los Soprano; no pudo hacerlo por otras actividades profeisonales.
¿Cómo verlo?: Fue emitida por Antena 3, Calle 13, Nitro, Divinity y Energy. Puede verse mediante programas P2P o comprando directamente los packs por temporadas.

Puntuación: 7

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Lo mínimo que puede decirse sobre SIN RASTRO

Fue una de las series más populares durante la primera década del nuevo milenio. Como sus otras series hermanas (Mentes criminales, los diversos CSI, Caso abierto), nos mostraban a un grupo de policías especializados. Se ha dicho que la especialización es el mal de nuestra época. No, desde luego para la televisión. Ya no existen personajes a lo “héroe solitario” sobre los que recae todo el peso de la investigación criminal, ni tampoco series como Canción triste de Hill Street en la que se investigan paralelamente varios casos de muy distinto calado, para investigar un solo caso hace falta un equipo diversificado y eficiente que, tirando de ordenador o de cualquier otra tecnología moderna, dé con el criminal o encuentre al desaparecido.

Sin rastro empezaba siempre con una escena en la que aparecía un tipo que, de repente, desaparecía de la escena, como si se hubiera difuminado. Entonces aparecía la presentación de la serie y los créditos. Luego, “Malone” y su unidad entraban en acción. A medida que fue avanzando la serie –y como se empezaba a ver en todas las series corales de nuevo cuño- los problemas personales de los miembros de la unidad iban ganando espacios cada vez mayores. Era un buen asunto para dar cierto hilo de continuidad a los episodios, pero no tanto para acrecentar el interés de los casos tratados. En lo que se refiere a Sin rastro, éste fue el motivo de su declive.

El caso de “Malone” era característico de esta tendencia. Poco a poco, nos fuimos enterando de que era hijo de madre bipolar que se suicidó cuando él era un adolescente. Sirvió en el ejército y volvió con una depresión de dromedario. Se intentó suicidar. Está casado y con dos hijas. Pero en la segunda temporada empieza a tener problemas matrimoniales y se divorcia. Para colmo, su padre tiene alzheimer y él deja embarazada a su ligue, otra agentes del FBI que sufre un aborto expotáneo y ambos dejan correr la relación… En estas condiciones, parece increíble que “Malone” logre dar con algún desaparecido. El resto de miembros del equipo no tiene una vida mucho más agradable: “Samantha” ha sufrido abusos en su infancia; “Vivian” no tiene bastante con ser negra, estar poco valorada, así que sufre problemas cardíacos; “Danny” es hispano y es miembro de una numerosa familia con problemas de todo tipo; “Martin”, no tiene en cuenta el dicho de “donde comas, no…”, así que se lía con “Samantha” en una relación plagada de encuentros y desencuentros; “Elena” (que aparece en la cuarta temporada) se liga al hispano, mientras su ex pugna por la custodia de la hija…

Vale la pena decir algo sobre Anthony LaPaglia, actor que lleva en activos desde que en 1985 filmó un episodio de Cuentos asombrosos, cuando tenía 25 años. Lo volvimos a ver en  muchas otras series televisivas (su actuación en varias temporadas de Frasier, como hermano de “Daphnee”, fue, simplemente, memorable). De origen australiano y antecedentes familiares italianos, se trata de un autor austero, extraordinariamente adaptable a cualquier papel y situación, si bien con cierta tendencia en los últimos años a quedar encasillado en papeles policiales. Compromisos en Broadway le impidieron interpretar el papel de “Tony Soprano”, si bien apareció en uno de los episodios.

El equipo demostró a lo largo de toda la serie una compenetración total. Los roles y las circunstancias personales de cada protagonista están diseñadas al milímetro (y, a veces, con excesivo detalle). La serie está bien construida a nivel de guionización y los casos presentados tienen coherencia interior y se sostienen a la hora de su resolución. El problema es que, en ocasiones, los problemas personales de los miembros de equipo dejan en segundo lugar la desaparición que están investigando y que, en el fondo, es el leit-motiv de la serie.

Otro de los rasgos que hacían a esta serie completamente diferente es que, a diferencia de otras en las que se sabía que la policía encontraría a los criminales, en esta se ignoraba hasta las últimas escenas si el desaparecido sería encontrado con vida o había resultado asesinado. En su paso por España, la serie fue muy valorada, a corta distancia de CSI-Las Vegas y por delante de Mentes Criminales.

 

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