FICHA

Título original Mano de hierro
Título en España: Mano de hierro
Temporadas: 1 (8 entregas)
Duración episodio: 50 minutos.
Año: 2024
Nacionalidad: España
Temática
: Thriller
Subgénero: Narcotráfico
Resumen: En el puerto de Barcelona, un grupo mafioso controla el desembarco de contenedores a través de los cuales entran toneladas de droga en Europa. Sin embargo, el líder de la banda ha acumulado odios que se unen a los propios del narcotráfico y a la acción de la Guardia Civil. La desaparición de un contenedor cargado de cocaína desencadenará una oleada de violencia
Actores: Eduard Fernández, Chino Darín, Haime Lorente, Natalia de Molina, Sergi López, Anric Auquer, Daniel Grao, Ana Torrent, Íñigo de la Serna, Raúl Briones, Salva Reina, Gianni Fruttero, Cossimo Fusco,
Lo mejor: El papel de algunos actores consagrados que siempre satisface volver a verlos en el plasma
Lo peor: innecesariamente ultraviolenta y descontrol en los flashabacks.
¿Cómo verlo?: Se estrenó en Netflix el 15 de marzo de 2024. Puede obtenerse mediante programas de intercambio de archivos.

Puntuación: 6,5

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Lo menos que puede decirse sobre MANO DE HIERRO

Demasiados errores en el desarrollo y presentación de la trama, demasiado seguidismo en relación a la oleada de series que venimos registrando desde hace diez años sobre narcotraficantes, excesiva violencia, innecesaria e increíble, demasiada multiculturalidad delincuencial que corre el riesgo de que el ciudadano crea que Barcelona -porque la trama se desarrolla en el puerto de Barcelona y en los barrios próximos- es un territorio de disputas entre marroquíes desarrapados, lesbianas mexicanas, italianos de toda la vida, negros piratillas y luchadores ilegales llegados del Este (sin excluir que, en la segunda temporada, pueda aparecer un extraterrestre). Demasiado de todo esto, hace que una serie provista de buenos actores, se vea convertida en una caricatura tardía de las series que insisten una y otra vez en esta temática lamentable del narcotráfico en todos los países (Israel, Holanda, EEUU, México, Colombia, países nórdicos, África, etc, etc, etc.). A estas alturas, Netflix debería tener la decencia de, o bien detener este flujo absurdo de series sobre el mismo tema, o bien reconducirlas hacia escenarios y desarrollos más realistas y razonables.

La historia se desarrolla en un marco para nosotros familiar: el puerto de Barcelona. No es, desde luego, el que conocimos en nuestra infancia y surcamos tantas veces en las famosas “golondrinas” que nos llevaban de uno a otro extremo. Es, más bien, una prolongación de la Zona Franca, en la que entran y salen cientos de contenedores cada año. En realidad, el puerto ha crecido bastante más que la ciudad en los últimos cincuenta años y ya no queda allí nada de tipismo ni de tradición que valga la pena recordar. El problema es que, se calcula que por allí entran cada año en torno a 30.000 kilos de cocaína que luego, gracias a la irresponsabilidad de la legislación comunitaria, pueden llegar, sin pasar por ningún control de aduanas, hasta la frontera ucraniana… Son las delicias del “espacio común europeo” establecido tres décadas antes de que pudiera establecerse una legislación que lo regulara de manera uniforme (…y seguimos esperando cuando se acercan las elecciones europeas, por cierto).

Pues bien, en ese marco portuario vamos a asistir a la portentosa epopeya de “los Manchado”, unos inmigrantes de origen no especificado que llegan al puerto buscando trabajo, a principios de los años 80 y que, poco a poco, se van haciendo con el control de la estiba. Y, claro está, terminan integrados en las redes internacionales de narcotráfico. Desde el primer momento, “los Manchado”, incluso cuando eran jovencitos, no tenían el más mínimo escrúpulo en hacer gala de sus dotes para la violencia. En uno de estos enfrentamientos el mayor de los hermanos se queda manco. Es Eduard Fernández, quien luce una mano ortopédica casi caricaturesca, una especie de pegote que alarga su brazo palmo y medio más de lo normal (en estos tiempos en los que, por unos miles de euros más, se puede obtener por medios informáticos un efecto mucho más realista y menos ridículo). El guion hará pasar al otro hermano (Sergi López), por las situaciones más absurdas (la mejor de todas, el que logre acabar con una banda de marroquíes que lo acosan y le han propinado varios tiros en la barriga…). Los guionistas de Netflix lo pueden todo y no tienen el más mínimo escrúpulo en amalgamarlo todo. Vemos, por ejemplo, a una chica mexicana, aniñada y pequeñita, como mata a docena y media de mandingas. Se diría, incluso, que si este producto no introducía cada cuarto de hora de programación, una masacre próxima al holocausto, no cumplía las expectativas del streaming. Y así lo han hecho.

El resultado es una serie en la que la pérdida de un contenedor conduce a un paroxismo de ultraviolencia en el que no se salva ni el apuntador y en donde todo el mundo es susceptible de traicionar a todo el mundo, bajo la mirada atentad de una jueza (Ana Torrent) y de un Guardia Civil infiltrado en la trama (justo contrapeso a los Guardia Civiles corruptos y al servicio de “los Manchado” que también aparecen.

Observaciones finales: este “Barcelona connection” no es convincente. Es cierto que la Ciudad Condal se ha convertido en una de las más peligrosas del mundo (y lo pagará cuando la noticia se extienda entre los operadores turísticos), es cierto que sus calles -no solo el puerto- está recorrido por mafias y bandas de delincuentes llegados de todo el mundo (y, en gran medida, además subvencionados), es cierto, así mismo, que la droga entra a raudales por el puerto… pero nada de todo esto permite proyectar una serie exagerada, desmesurada, irreal, ridícula en ocasiones y pretendidamente épica en otras. No han fallado los actores, ni siquiera los guionistas: ha fallado el streaming que aspira a crear mundos alternativos en marcos geográficos reales.

La serie es, digámoslo finalmente, entretenida para quienes no están saturados con este tipo de productos sobre narcotráfico. Pero, “entretenida” no quiere decir “buena”, ni siquiera “correcta”. La gente se “entretiene” durante horas pasando pantallas de Tik-tok, así que no es ningún mérito. El mérito más acusado de la serie es que, después de tanto despropósito y de flashbacks mareantes, continuos (especialmente agotador en este sentido es el primer episodio), el streaming haya conseguido mantener la atención de parte de la audiencia.

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