FICHA

Título original Intimidad
Título en España: Intimidad
Temporadas: 1 (8 entregas)
Duración episodio: 46-51 minutos.
Año: 2022
Nacionalidad: España
Temática
: Drama
Subgénero: Sexo
Resumen: La hermana de una maestra se suicida tras la difusión de un video sexual difundido entre los trabajadores de su empresa. Paralelamente, la candidata a suceder al alcalde de Bilbao, es víctima también de la difusión de un vídeo sexual que pone en peligro su carrera. La reacción de ambas mujeres es no doblegarse y exigir que se aclaren ambos casos.
Actores: Emma Suárez, Itziar Ituño, Verónica Echegui, Ana Wagener, Patricia López Arnaiz, Yune Nogueiras, Daniel Barea Cabrera, Eduardo Lloveras, Miguel Garcés, Elisabeth Larena
Lo mejor: un tema habitual en nuestros días y poco tratado en series.
Lo peor: la parte política es caricaturesca y casi bochornosa.
¿Cómo verlo?: Se estrenó en Netflix el 10 de junio de 2022. Puede obtenerse mediante programas de intercambio de archivos.

Puntuación: 6

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Lo menos que puede decirse sobre INTIMIDAD

Intimidad plantea un problema actual: la filtración en redes sociales de videos sexuales que han llevado a suicidios y han destrozado la vida de muchas personas jóvenes y no tan jóvenes. El fondo de la cuestión es el derecho a la intimidad. Y hasta aquí no creo que haya discrepancias: todo bien nacido aceptamos el derecho a la intimidad. Esta es la posición también de los guionistas de esta serie que defienden la posición a través de dos personajes: “Malen Zubiri” (Itziar Ituño), candidata de un partido no identificado a la alcaldía de Bilbao (pero la utilización del euskera sugiera que el PNV tiene todos los números) y “Begoña Uribe” (Patricia López) cuya hermana, “Ane” (Varónica Echegui), se ha suicidado después de que se difundiera un vídeo sexual suyo participando en una orgía. Tanto “Malen” como “Begoña” se revuelven contra su destino y deciden afrontar una la defensa de su candidatura y la otra llegar hasta el fondo sobre quién ha sido el responsable del suicidio de su hermana. Las vidas de ambas se entrecruzan. En medio de ellas aparece la figura de una policía especializada en este tipo de delitos, “Alicia Vásquez” (Ana Wagener) que también está tratando de llegar al fondo de ambas cuestiones (en el primer caso parece un juego sucio con trasfondo político y en el primero una iniciativa machista).

La serie -que ha sido muy bien recibida- parece irreprochable por la temática abordada. ¿Quién se atrevería a criticar una serie en la que el fondo de la cuestión es el derecho a la intimidad? Pero, el problema es que esa cuestión aparece completamente desenfocada y remite a determinados argumentos feministas que sostienen que toda mujer debe poder vestir como le dé la gana, pasearse por donde le dé la gana, a la hora que le dé la gana y en el estado en el que le apetezca, sin ser molestada. Y la vida, lamentablemente, no funciona así: especialmente en un momento en el que la brutalización, la falta de educación, las pornografía libre y gratuita para todas las edades, un sistema jurídico garantista, unas leyes ineficientes y una policía desbordada por delincuencia llegada de toda la galaxia, hacen que una mujer -incluso un varón- se pasee a determinadas horas, en determinados lugares y mucho más si está pasado de copas o de porritos, o completamente dueño de sí mismo. Cualquiera que ha salido una noche de fin de semana en una de nuestras grandes ciudades, sabe lo que hay y lo que se juega. Todos, salvo el CEO de Netflix que no debe salir de su mansión.

El feminismo haría mucho más informando de esto a la mujer que promoviendo derechos que solamente pueden ser realizados en una sociedad ideal, que es, justo las antípodas de la sociedad real, la actual. ¿O alguien va a negar esta afirmación? Cuando el salvajismo está suelto por las calles -y hoy lo está a determinadas horas, el determinados barrios- lo que hay que enseñar a la mujer es a protegerse. Y presionar para que las leyes cambien, haya mayores castigos y mayor rapidez en los juicios y se conozcan los rostros de los violadores o de quienes han vulnerado identidades. Así sabremos de dónde han salido. Eso lo primero. Y lo mismo vale para fotos y videos. La defensa de la intimidad empieza defendiendo la intimidad. Hacer el amor en una playa, permite que cualquiera filme la escena. Participar en una orgía con los sentidos afectados por alcohol o drogas, entraña ciertos riesgos. Huye del riesgo y no te verás afectado. Es el mejor consejo que se pueda dar, aquí y ahora, a la espera de que lleguemos -no sé sabe bien por qué caminos- a esa sociedad ideal, “inclusiva” y feliz en la que todos podremos hacer cualquier cosa en no importa donde y nadie se fijará lascivamente en nosotros… Y todo lo demás, como me decía mi padre es “tocar el flaviol”.

La serie, por tanto, denunciando un peligro, se convierte en más de lo mismo: cuenta un cuento, por lo demás, increíble, el de la política honrada e idealista que no se sabe de dónde ha salido, acompañada por una Emma Suárez, su superiora política (se le está poniendo aspecto de madre superiora a la actriz, por cierto) que no está claro a qué juega. Lo que la serie quiere decir, se expresa en el primer capítulo. Lo que sigue, es un cuento que desdibuja el inicio y que repite una y otra vez la idea inicial.

No hubiera estado de más que de los dos casos paralelos, uno fuera un hombre y otro una mujer, como víctimas. Porque también han existido víctimas masculinas del acoso sexual y de la difusión de vídeos íntimos. Pero es Netflix… y en Netflix el adoctrinamiento es unidireccional. Mujer empoderada y hombre machista y villano. O bien, mujer empoderada y amigo gay, ambos violentados por hombres machistas y villanos. Es Netflix y, cada día que pasa, Netflix es más sinónimo de adoctrinamiento. Además de ser adoctrinamiento, repite consejos nefastos para la sociedad y expresa una falta de realismo en las soluciones que clama al cielo.

Y, por cierto, muy bien por todas las actrices que participan e incluso por los directores de cada capítulo. Pero es Netflix. Eso marca mucho.

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