FICHA

Título original The Mole: Undercover in North Korea
Título en España: El infiltrado
Temporadas:  1 (2 entregas)
Duración episodio: 61 minutos.
Año: 2020
Nacionalidad: Noruega
Temática
: Documental
Subgénero: Corea del Norte
Resumen: Un parado ingresa en la Asociación de Amistad con Corea del Norte, va ascendiendo en el interior de la misma y conoce a Alejandro Cao de Benós con el que mantiene una estrecha relación. El documental pretende demostrar (sin conseguirlo) que Corea del Norte se financia con el tráfico de armas y está envuelto en actividades ilegales
Actores: dirigido por Mads Brügger, Ulrich Løvenskjold Larsen, Mads Brügger, Alejandro Cao de Benos de Les y Pérez, Annie Machon, Jim Latrache-Qvortrup,
Lo mejor: su brevedad
Lo peor: decepciona todas las expectativas prometidas en la publicidad.
Lo más curioso
: es una co-producción noruego-danesa-inglesa-sueca.                                                                       
¿Cómo verlo?: Se estrenó en marzo de 2021 en Filmin. Puede obtenerse mediante programas de intercambio de archivos y comprarse en DVD.

Puntuación: 4

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Lo menos que puede decirse sobre EL INFILTRADO

Documental frustrado que promete mucho y da poco, apenas nada. Nada, en realidad. Así podríamos reducir la crítica y los comentarios que podemos hacer sobre esta absoluta pérdida de tiempo que tan solo servirá para que muchos empecemos a plantearnos si Corea del Norte es un régimen tan infame como cuentan los medios, o se tratará de una mentira más en torno a un país que solamente aspira a ser independiente. En la filosofía clásica existe un concepto, recuperado tardíamente con Jaspers: “heterotelia” (de “héteros” diferente y “telos” fin) que alude a proyectos que parten con una intención, pero que, en su desarrollo, concluyen en otro punto muy distintos del diseñado inicialmente. Esto es lo que le ocurre a El Infiltrado.

El documental se había propuesto demostrar la intrínseca “maldad” del régimen coreano. ¿Cómo? Infiltrando en las filas de la Asociación de Amistad con Corea (del Norte) a un mercenario (un parado, sin oficio, ni beneficio, ni ideas, ni ideales, ni siquiera una cultura de nivel medio aceptable). La asociación está constituida por viejos comunistas y, gracias a su dedicación -a fin de cuentas, “el infiltrado” no tiene nada que hacer en la vida- no le cuesta mucho ir escalando posiciones hasta convertirse en representante de su país en esta asociación internacional. Una de las tareas de la misma es captar capitales y empresarios que quieran comerciar con Corea, saltándose las prohibiciones y el cerco internacional al que está sometido el país. El documental se empeña en demostrar que el creador de esta asociación, Alejandro Cao de Benós, está implicado en tráfico de armas y en gestiones ilegales al servicio de Corea del Norte.

La impresión que el espectador tiene al acabar de ver el documental es que, antes o después, asistirá a lo prometido: la firma de algún contrato de armas destinado a alguna banda de narcos, una exportación ilegal de armamentos o de drogas, algo, en definitiva, que justifique las dos horas de documental. Cuando terminan los créditos finales ¡nada ha ocurrido! Hemos visto a coreanos expresar legítimamente su deseo a la independencia nacional y a amigos de coreanos ejercer su derecho a la libertad de expresión. Y, por cierto, los coreanos que aparecen, dan la sensación de que creen en su país y en su trabajo, igual que los simpatizantes occidentales del régimen. La única sensación de deshonestidad recae sobre “el infiltrado” y, más todavía, sobre Mads Brügger (que, por algún motivo, la tiene tomada con Corea del Norte) cuyos documentales tienen el mismo esquema (un infiltrado que, provisto de cámara oculta, conoce insondables secretos y prácticas infames de malvados…).

El documental es el típico producto de nuestro tiempo y si vale la pena verlo es para comprobar hasta qué punto los hechos que deberíamos conocer -sean cuales sean- a través de una información honesta, ponderada y objetiva, son adulterados por elementos emotivos, sentimentales, “impresionistas”, convirtiéndose en eso que desde hace tres años se conoce como ”post-verdad”, un reflejo remoto de la realidad pero que conviene a determinados intereses capaces de construirla.

Este documental ayuda a pensar, sobre todo, si se tiene en cuenta que los datos objetivos que ofrece son que un individuo se ha infiltrado en una asociación y que, diez años después de ingresar, no ha identificado absolutamente ningún elemento negativo o conflictivo que se había propuesto denunciar. Por eso hemos dicho al principio: “documental frustrado” (aunque también podría calificarse como “documental malintencionado”). Y, en tanto que tal, merece un suspenso. Desconozco cómo Filmin -que habitualmente coloca series, películas y documentales interesantes- ha creído oportuno incorporar a su catálogo este engendro. Quiero pensar que es para denunciar la cacareada “post-verdad”.

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