LOS AMOS DEL AIRE, olvidando víctimas civiles…
FICHA
Título original: Masters of the Air
Título en España: Los amos del aire
Temporadas: 1 (9 entregas)
Duración episodio: 60 minutos.
Año: 2024
Nacionalidad: EEUU
Temática: Bélica
Subgénero: Segunda Guerra Mundial
Resumen: Relato idealizado sobre la vida de los aviadores del ala de bombardeo estratégico norteamericano durante la Segunda Guerra Mundial. La idea es que su combatividad y sus sufrimientos pagaron un alto precio y que ninguno de ellos salió indemne
Actores: Austin Butler, Callum Turner, Anthony Boyle, Barry Keoghan, Ralf Law, David Shields, Elliot Warren, Ben Radcliffe, Matt Gavan, Darragh Cowley, Edward Ashley, James Murray, Nate Mann,
Lo mejor: intentar convertirse en la tercera parte de la trilogía spielvergiana sobre la Segunda Guerra Mundial
Lo peor: no hay guion
¿Cómo verlo?: Se estrenó en AppleTV+ el 26 de enero de 2024. Puede obtenerse mediante programas de intercambio de archivos.
Puntuación: 6
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Lo menos que puede decirse sobre LOS AMOS DEL AIRE
Si es aficionado a la aviación, disfrute con las escenas aéreas de esta cinta. Si le interesa la historia de la Segunda Guerra Mundial, no se crea nada -pena nada- de lo que le cuentan en este culebrón laudatorio y encomiástico sobre la aviación de bombardeo norteamericana en el conflicto.
Spielverg siempre ha estado fascinado con aspectos de la Segunda Guerra Mundial, al parecer, porque, entre otras cosas, su padre combatió en ella. En otras de sus producciones ha utilizado la estética del B-17, un bombardero pesado norteamericano ideado para el “bombardeo estratégico” desde mucho antes de la Segunda Guerra Mundial. Ahora vuelve a utilizar la depurada figura de este avión como base para lo que debería ser considerada como la última parte de su trilogía sobre la Segunda Guerra Mundial. Dedicó las dos primeras, Hermanos de sangre y The Pacific, a los combates contra los japoneses, pero a diferencia de Los amos del cielo, aquellas dos producciones tenían “alma”; en su lugar, lo que encontramos en este último producto es CGI puro y duro y no siempre bien aplicado.
En efecto, resultaría inútil plantearse qué nos quiere transmitir Spielverg y Tom Hanks, productores de esta serie, con nueve episodios en los que el argumento, simplemente, no existe. Si lo que se quiere transmitir es lo mucho que sufrían los alegres muchachos de la VIIIª fuerza aérea estadounidense en la Segunda Guerra Mundial, justo sería, también, haber dedicado algún minuto a lo que sufrían los civiles que se encontraban en tierra recibiendo la lluvia de bombas. Y aquí es donde reside la trampa y la justificación de la serie.
En los últimos años, historiadores “revisionistas” y no revisionistas han reexaminado algunos de los aspectos más problemáticos de la Segunda Guerra Mundial. En concreto, los llamados “crímenes de guerra”. En Nuremberg solamente se depuraron responsabilidades de un lado. Los crímenes del otro y las responsabilidades anglosajonas en el estallido de la Segunda Guerra Mundial están hoy al alcance de cualquier historiador que se atreva a tratar la materia, pero no han sido juzgados. Si tenemos en cuenta que solamente en la noche del 14 de febrero y en la mañana del 15 de febrero de 1945 (cuando la suerte guerra estaba ya decidida) escuadrones de bombarderos pesados ingleses (por la noche) y norteamericanos (en la mañana) realizaron un bombardeo indiscriminado sobre la ciudad de Dresde, causando 40.000 muertos, o anteriormente en Hamburgo (otras 50.000 víctimas) y un total de casi dos millones de civiles alemanes muertos, se verá que, en efecto, no se han juzgado todas las responsabilidades en la Segunda Guerra Mundial. Algo que se entiende perfectamente si tenemos en cuenta que, aún hoy, existen medio centenar de bases militares norteamericanas en territorio alemán.
Esta serie tiende a demostrar que no fueron los norteamericanos ¡sino los ingleses!, quienes realizaban bombardeos indiscriminados sobre población civil, mientras que los B-17 realizaban solamente “bombardeos de precisión” contra la industria militar alemana. Falacia absoluta como se ha demostrado suficientemente, tanto en Dresde como en Hamburgo. Peor aún: el “bombardeo estratégico” ha sido una constante de la aviación norteamericana desde finales de la Primera Guerra Mundial: se repitió en Corea, se volvió a repetir en Vietnam, luego en Afganistán e Irak, incluso en Yugoslavia. Los EEUU fueron el primer país que desarrolló una aviación basada en bombarderos pesados para castigar a la población civil. Esto se olvida en la seria Los amos del aire y hoy constituye una ofensa incalificable para las víctimas de esos bombardeos (que no fueron solamente alemanas: los B-17, antes del desembarco en Normandía, machacaron las defensas alemanas con tanta “precisión” que causaron más víctimas francesas que las que había causado el ataque alemán a Francia en mayo-junio de 1940. Esta serie, que llega ochenta años después de esos hechos, constituye una ofensa y un insulto, tanto para la verdad histórica como para las víctimas.
Centrándonos en los valores cinematográficos de la serie, cabe decir que está protagonizada por actores jóvenes, más o menos, de moda en los dos últimos años, reemplazo de los actores ochenteros que han llegado a la estación término de su carrera. Ahora bien, lo invertido en la contratación de estos activos cinematográficos parece haberse sustraído de la nómina de los guionistas: en efecto, no hay guion, no hay situaciones coherentes, tan solo “misiones”, conversaciones y situaciones tabernarias entre misiones y escenas interminables y reiterativas de combates aéreos y, claro está, exaltación del valor, la combatividad y el heroísmo estadounidense. En realidad, éste no era tal: al cabo de 21 “misiones” realizadas, en la que sus posibilidades de supervivencia eran de un 66%, eran licenciados y volvían a casa. Pronto corrió la voz entre los aviadores USA que el Pacífico era el mejor destino, porque en Europa, la aviación alemana y la defensa antiaérea eran mucho más potentes. Lo de menos, por supuesto, era sobre si arrojar bombas incendiarias de termina sobre Dresde o sobre Tokio: la cuestión era dónde se corría menos riesgo.
Esta serie, estéticamente irreprochable y con escenas y filtros que antes ya había visto en películas como Memphis Belle, incluso en Salvad al soldado Ryan, es, en un 50% una sucesión de escenas bélicas y éstas, en un 100% están realizadas mediante efectos especiales CGI. Pero estos no siempre están bien aplicados: en algunos momentos, se ha ahorrado presupuesto. Por ejemplo: algunos aviones derribados caen sin atender a las leyes de la física, el único punto de vista que se considera es el de los B-17, no de sus adversarios. Las escenas bélicas resultan repetitivas, poco creíbles y, allí donde debía residir la espectacularidad de la cinta, lo que vemos es algo similar a cualquier videojuego de simulación aérea. Si quieren realismo, usen War Thunder, videojuego que reconstruye esos mismos combates con mucha más verosimilitud.
Y no, esta serie no es ni igual, ni superior a las otras dos que componen la trilogía. No es solamente que no tenga alma (que no la tiene y, por no tener, tampoco tiene guion), es que se extiende más allá de lo razonable y, para colmo, quiere presentar como exaltar el “espíritu norteamericano” que no es otro que el de hacer buenos negocios. ¿O es que la participación de los EEUU en la Segunda Guerra Mundial fue un “gran negocio” cuyos réditos todavía cobra hoy, ochenta años después?
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