FICHA

Título original D’argent et de sang
Título en España: Sangre y dinero
Temporadas: 2 (12 entregas)
Duración episodio: 50 minutos.
Año: 2023
Nacionalidad: Francia
Temática
: Thriller
Subgénero: Drama
Resumen: Un par estafadores judíos tunecinos de París, encandilan a un judío askenazie inversor en bolsa de pocos escrúpulos para realizar la mayor estafa jamás intentada el Estado Francés aprovechando el furor por la ecología, el cambio climático y las emisiones de carbono. Un inspector de finanzas, hijo de judíos convertidos al cristianismo y con graves problemas familiares, investigará la estafa.
Actores: Vincent Lindon, Niels Schneider, Ramzy Bedia, Olga Kuryenko, Judich Chemia, Yvan Attal, David Ayala, Fabien Giameluca, Jöelle Haddad Champeyroux, Ary Gabison Elora Español, Miglen Mirtchev, Camille Moutawakil,
Lo mejor: Además de la actuación de Lindon,
Lo peor: Que habrá que esperar a marzo de 2024 para ver la Segunda Parte.
¿Cómo verlo?: Se estrenó en Filmin el 30 de enero de 2024. Puede obtenerse mediante programas de intercambio de archivos.

Puntuación: 8

PROMO (en francés, I parte)

PROMO (en francés, II parte)

PROMO (en francés)

PROMO (en castellano)

INTRO

MÚSICA

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DÓNDE VERLA (Filmin)

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Lo menos que puede decirse sobre SANGRE Y DINERO

Lo más sorprendente de esta serie es que se ha tratado de un hecho real. Y lo más sorprendente aún, es que toca sin tapujos todos los temas esenciales de la trama: la estafa ecológica, la facilidad con la que pueden realizarse estafas en bolsa, la defraudación al Estado, la complicidad de funcionarios públicos, la lentitud en la respuesta contra la delincuencia, el Estado de Israel como refugio de la delincuencia judía mundial, las distintas facciones del judaísmo parisino… En el inicio de cada capítulo se especifica que “está inspirada en hechos reales”, pero que se introducido “licencias artísticas”. Sea como fuere, se trata de la primera gran serie del año. Ha llegado sin estridencias, sin ruidos, sin publicidad asfixiante, no contiene ni pretensiones adoctrinadoras, ni visiones idealistas de la delincuencia, ni de la acción policial. Es, simplemente, una serie correcta que narra de manera entretenida e, incluso, educativa e informativa (no confundir estos términos con “adoctrinamiento”) que nos pone al día sobre el mundo de las estafas y las facilidades que encuentran sus promotores.

La ecología es, aun en nuestros días, lo indiscutible: cualquiera que dice querer “salvar el planta”, merece un crédito y encuentra audiencia. Desde la primera década del milenio existe alarma ante las “emisiones de CO2”. Pero la triste realidad es que la ecología se ha convertido en un valor en bolsa y que las “emisiones” se compran y se venden en el “mercado del carbono”. Empresas (y países) que superan en emisiones de carbono las tasas que se les han asignado, simplemente compran a precio de mercado derechos de emisión a empresas que emiten por debajo de su límite. Así de simple. En la práctica, se trataba de comprar el derecho a contaminar… El Estado Francés subvencionaba dichas compras que generaban un IVA del 20%.

Una banda de estafadores sefarditas judíos tunecinos afincada en Bellevue (París), uno de los cuales ni siquiera sabe leer y está solo interesado por el póker, idea un plan para crear un entramado de empresas “of shore”, beneficiarse de las subvenciones del Estado francés y desviar el IVA hacia paraísos fiscales. Utilizan a chicas jóvenes de su comunidad para crear empresas en todo el mundo a cambio de unos miles de euros, pero les falta alguien que tenga experiencia en inversiones en bolsa. Lo encuentran en la persona del yerno de un multimillonario judío parisino (devoto askenazi, etnia judía rival de los sefarditas tunecinos), un joven inversor de alto riesgo, amante del lujo y de pocos escrúpulos que vive a costa de su suegro (que desconfía cada vez más de él y de sus “negocios”). Lanzan una empresa especializada en inversiones en el “mercado del carbono” (Overgreen, creado por el Estado Francés) prometiendo el 17% de beneficios en tres años. El anuncio tiene impacto sobre los inversores y en pocas semanas consiguen mover varios miles de millones de euros.

Un antiguo juez, que dirige un servicio de investigación de aduanas, sospecha que algo se está tramando e inicia una investigación que, finalmente, logrará descubrir la trama. En el momento en el que los estafadores -informados por un funcionario policial corrupto- se sienten vigilados, huyen al Estado de Israel. Desde allí es muy difícil extraditarlos: las leyes judías permiten que cualquier judío que haya solicitado asentarse en Israel no pueda ser extraditado, salvo que delinca en ese país. Es allí en donde se dirige la investigación, mientras que, en Francia, el investigador consigue que el Estado paralice el “mercado del carbono”.

Tal es lo esencial de la trama de este interesante thriller que demuestra la facilidad con que las legislaciones modernas en materia económica facilitan la tarea de los delincuentes. El guion ha sido elaborado en base al libro de Fabrice Aldi del mismo título. Conocíamos la trama gracias a un documental de Netflix (Los reyes de la estafa). Hay que decir que la serie de Filmin resulta mucho más entretenida, detallista y con matices mucho más específicos para entender el contexto en el que se desarrolló la estafa y a sus protagonistas.

La serie nos descubre, por ejemplo, las diferencias sociales y étnicas del judaísmo parisino: los estafadores sefarditas tunecinos de Bellevue de un lado, apenas una banda arrabalera, y por otro lado, los judíos askenazíes del distrito financiero especializados en inversiones inmobiliarias y en bolsa. Los primeros, tienen la “tendencia cultural, como una venganza de clase” (la frase es del penúltimo capítulo) a estafar a los segundos. Y es lo que ocurre en la serie. Así mismo, en los dos últimos capítulos que se desarrollan en gran medida en el Estado de Israel, se ofrecen datos y explicaciones sobre cómo y porqué han confluido allí fugados de las mafias judías de todo el mundo, amparados por su particular legislación. Puede decirse que la serie es, hasta cierto punto, un estudio sociológico y psicológico sobre las facciones del judaísmo parisino.

Pero hay más: la serie denuncia la utilización de la temática ecológica y las facilidades puestas por el Estado para que los estafadores irrumpan en este “mercado del carbono” con inusitada facilidad. Sorprende que estafadores que apenas sabían leer, crearan un entramado de decenas de empresas en todo el mundo de las que solamente se conocían emails de Wanadoo, Hotmail o Yahho, y que estas empresas pudieran participar en este negocio. Empresas, por cierto que en sus emails colocaban la cifra “26” que la serie nos informa a través de un venerable rabino que es el número del nombre de Jehová y que se utiliza para que su dios les inspire y proteja (el propio investigador de la trama es hijo de judíos que cambiaron su nombre durante la guerra mundial y que se interesa por sus orígenes judíos). Los estafadores lanzan su empresa utilizando todo el arsenal de tópicos ecológicos: llaman a invertir a las “empresas ecorresponsables”, a crear una “economía verde, responsable y ética”, añaden que “los beneficios no pueden ser la única meta de las inversiones”, hay también que “salvar el planeta”: “Si a los beneficios sin destruir el planeta”…

El guion de la serie está perfectamente armado, sin fisuras, sin tiempos muertos, sin incrustaciones inútiles. El casting es, igualmente, acertado: los dos estafadores sefarditas tunecinos son prácticamente idénticos a los protagonistas reales. Destaca por encima de todos, Vincent Lindon en su papel de “director del servicio de investigación de aduanas” y hombre atormentado por la incertidumbre sobre el paradero de su hija politoxicómana. Merecen destacarse igualmente como actores secundarios, Judiht Chemia (esposa del alocado inversor askenazie) e Yvan Attal (estafador profesional refugiado en Israel).

Una serie que demuestra, hasta qué punto, la realidad supera a la ficción y cómo en la sociedad garantista, cualquier actividad, por honesta y bienintencionada que sea, puede ser inmediatamente recuperada por los profesionales de la estafa. Es, en definitiva, una serie que obliga a reflexionar sobre muchos aspectos. Y, en los tiempos que corren, no hay muchas series que, en apenas cinco horas, informes, aporten datos sociológicos y culturales y, denuncien y, al mismo tiempo, entretengan.

Hoy sale la noticia de que hay españoles que pasan cinco horas al día manejando el teléfono móvil. Créanme: pónganlo en “modo avión”, suscríbanse a Filmin y vean esta miniserie. Y si quieren lamentar algo, lamenten que la segunda parte no puede verse hasta el mes de marzo.

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