FICHA

Título original Los Artistas. Primeros trazos
Título en España: Los Artistas. Primeros trazos
Temporadas: 1 (8 episodios)
Duración episodio: 45 minutos.
Año: 2023
Temática: Drama
Subgénero: Humor
Resumen: Un anticuario y una licenciada en Bellas Artes, forman pareja para estafar y vender objetos de arte de escaso o nulo valor, a personas con más dinero que cultura y con bajos conocimientos artísticos. Podrían ganarse la vida actuando rectamente, pero les presiona la vida y las necesidades económicas.
Actores: Ximena Romo, Maxi Iglesias, Miguel Herrera, Fran Berenguer, Roberto Mateos, Karina Matas, Piper, Abel Folk, Ellen Marguerite Cullivan, Isabel Aerenlund, Lucía González, Ciro Miró, Rebeca Sala, Francesc Garrido,
Lo mejor: una thriller de intriga entretenido y con toques de humor.
Lo peor: absolutamente increíble el planteamiento de base.
¿Cómo verlo?
: Es emitida en España por VIX desde el 7 de julio de 2023.

Puntuación: 7

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Lo menos que puede decirse sobre LOS ARTISTAS. PRIMEROS TRAZOS

Serie simpática, pero algo deslavazada y con escasa verosimilitud. Cuando se termina de ver experimentamos cierta satisfacción, pero también es uno de esos productos que se olvidan pronto. El tema no es nuevo: ladrones y/o estafadores vinculados al mundo del arte. ¿A qué les suena? No hace ni dos meses comentábamos la serie El arte del crimen, protagonizada por un policía paleto y una asesora experta en Bellas Artes. Esta va de lo mismo, pero con la pequeña diferencia de que mientras la serie francesa se realizaba desde el punto de vista de los defensores de la ley, esta, española, coproducida con México (y, por tanto, con parte del reparto oriundo de aquel país) tiene como protagonistas a los bribones.

La serie nos cuenta las historias de dos protagonistas: “Yago” y “Cata”, ella es una especialista en bellas artes que se ha visto obligada a trabajar de camarera y él es un anticuario que trata de vender obras de arte falsas o falsificadas a coleccionistas de pocas luces, influencers con menos luces aún y paletos que quieren alardear de una obra de arte colgada del recibidor. Hay gente así. Los dos protagonistas (encarnados, repsetivamente por Maxi Iglesias y Ximena Romo), en realidad, no son unos estafadores natos, simplemente, se ven obligados a actuar así, a la desbandada y con usos de picaresca, por las circunstancias a las que les ha arrojado la vida. Pero, tienen un buen fondo…

El tema, como se ve, va de fraude, estafa y picaresca y esto, de forma natural, introduce elementos tragicómicos en la trama. Hay momentos de una comicidad brillante y muy bien elaborada. Aunque, por supuesto, todo el argumento es inverosímil y difícilmente resistiría un análisis lógico y racional. Pero esos fallos se hacen perdonar por la comicidad, la cara dura de los protagonistas y su aplomo ante las distintas circunstancias.

Muy buena Ximena Romo y casi a la par Maxi Iglesias. Tienen buena complicidad, se respira cierto erotismo entre ellos y sacan muy bien adelante a sus dos personajes. También meceren elogios los localizadores de exteriores en Marbella y Madrid, y también en algunas zonas de América. Buena fotografía, buen ritmo narrativo y quizás cierta lentitud a partir del ecuador de la serie.

Ahora bien, tras su aparente frivolidad, la serie destila una crítica al mundo del arte, de los coleccionistas catetos y de las tasaciones. Plantea también algunas cuestiones sobre los precios que se valoran y sobre cómo se ha hecho un original y la copia. Claro está que todo esto aparece en segundo plano: pero está ahí, para quien quiere realizar un viaje al fondo del guion y terminará topándose con estas cuestiones que generalmente se olvidan al hablar de arte.

Desde que hemos visto esta serie nos hemos preguntado si los coleccionistas y las influencers son así o hay algo de exageración en lo que nos cuenta la serie. Me temo que sí. Recuerdo a aquel implicado en una trama de corrupción en Marbella que tenía un Miró colgado en el retrete. La pregunta es: ¿merecía un Miró estar colgado en el retrete? O, dicho de otra manera: ¿el lugar más digno para ostentar un Miró -horrible, por cierto- era solamente el retrete? Y, en cualquiera de los dos casos, ¿cómo es posible que un lienzo colgado sobre el papel de váter podía costar cientos de miles de euros? Esta serie plantea algunas respuestas.

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