FICHA
Título original: Orkestret
Título en España: La Orquesta
Temporadas: 1 (9 episodios)
Duración episodio: 24-29 minutos.
Año: 2023
Temática: drama
Subgénero: crítica social
Resumen: El director administrativo de una orquesta de música clásica y el segundo clarinete emprenden una cruzada contra la corrección política y las nuevas restricciones que implican las modernas imposiciones culturales. Esta cruzada afecta en sus vidas y en sus relaciones personales.
Actores: Frederik Cillius Jorgensen, Rasmus Bruun, Nee Ronholdt, Emma Sehested Hoeg, Caspar Philipson, Lise Baastrup, Ina-Miriam Rosembaum, Carsten Kressner, May Simón Lifschitz,
Lo mejor: tener el valor de romper los tabús de la corrección política y mostrar la estupidez de esta mora progresista.
Lo peor: hubiera necesitado un refinado de algunas escenas y un final más explícito..
¿Cómo verlo?: Es emitida en España por Filmin desde el 20 de junio de 2023.
Puntuación: 8,5
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Lo menos que puede decirse sobre LA ORQUESTA
Da la sensación de que, justo en aquellos lugares en donde la “corrección política”, la “discriminación positiva” y la “ideología woke”, irrumpió primero y se adoptó como la gran novedad progresista, es precisamente donde se ha iniciado una reacción. En el momento de escribir esta crítica, por ejemplo, el Tribunal Supremo de los EEUU, ha liquidado de un plumazo todas las medidas de “discriminación positiva”. Era normal, si se trataba de respetar “la igualdad”. Los “progres” temen lo que pueda pasar a partir de ahora. Más todavía: esta serie que comentamos, de factura danesa, país al que nadie puede acusar de racista, antifeminista o incorrecto, es, en su tramo inicial, un ataque inconcebible, casi un manifiesto, contra el progresismo contemporáneo.
La serie es previsible desde que nos recuperamos de la primera sorpresa: vencen los valores tradicionales, la familia sobre el poliamor, el corazón sobre los cánones impuestos, la música clásica sobre cualquier otro estilo, el rechazo a las drogas el trabajo, y el esfuerzo sobre el regalo y el subsidio, la santa cólera sobre la pasividad resignada. Y así sucesivamente. Las serie tiene momentos cumbre, como cuando uno de los protagonistas que ha sido enviado a una psicóloga para que lo reeducara, simplemente por no dominar habilidades sociales y haber preguntado a una colega de la orquesta si le gusta tocar su instrumento -musical- desnudo, realiza un acto de fe recitando en voz bien alta todo lo que la psicóloga quería oír para darlo por “curado”, por mucho que no hubiera nada de sinceridad en aquella declaración.
La historia se desarrolla en una orquesta de Coopenhague. El segundo clarinete es un tipo tosco que ama la música por encima de cualquier otro afecto. La ama, la siente y le inunda. El que no domine habilidades sociales es secundario: se trata de un buen tipo, un profesional del clarinete como la copa de un pino, con principios morales y éticos bien definidos. Inicialmente, por circunstancias imprevistas, choca contra el director administrativo de la orquesta, casado y con una hija. Ambos, sin embargo, unirán sus fuerzas contra el primer clarinete: un individuo oportunista, con pocos escrúpulos, mediocre calidad técnica, pero hábil en las relaciones sociales, tanto que bloquea el ascenso del segundo clarinere y, de paso, se beneficia de la esposa del director administrativo. Tal es el esquema sobre el que se desarrolla una trama cómico-dramática, en la que el elemento irónico es prioritario.
Vale la pena destacar algunos elementos de la serie: el casting, en primer lugar, la serie se mantiene sobre dos protagonistas, Frederic Jorgensen (el segundo clarinete) y Rasmus Bruun (el director administrativo). Dos estilos de interpretación que han logrado hacerse con sus personajes: seres superados por las circunstancias absurdas que les rodean. Caspar Philipson, el primer clarinete, cumple también brillantemente con su papel canalla. Los diálogos son desiguales, en algunos momentos, los guionistas son conscientes de que ha vulnerado excesivamente la “corrección política” y reculan, pero, en general, los diálogos son ingeniosos y refuerzan la intencionalidad “anti-progre”.
Además, la serie reivindica la música clásica. No está de más: es la música europea por excelencia. La nuestra. Antes y por encima de cualquier otro estilo, del tam-tam, del rap y de la bachata. Música de calidad, en cualquier caso. Ni siquiera en el terreno de la música existe la “igualdad”. Hay músicas malas, muy malas, y músicas angélicas. En esta serie solo tiene espacio la última. A pesar de ser una serie previsible en la que casi todo termina bien, vale la pena verla para hacerse una idea de la evolución de las ideas y de cómo el péndulo oscila en dirección contraria a la deseada por los progres más progres entre los progres.
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