FICHA
Título original: Fantasy Island
Título en España: Fantasy Island
Temporadas: 2 (10 entregas)
Duración episodio: 110 minutos.
Año: 2020
Nacionalidad: Estados Unidos
Temática: Ciencia Ficción
Subgénero: Moralizante
Resumen: En un paradisíaco resort los visitantes tienen la oportunidad de hacer realidad sus sueños y ver, horrorizados, cómo estos se tuercen. Para llegar a esta conclusión, la isla ofrece misterios y enigmas que deberán afrontar.
Actores: Elizabeth Craft, Sarah Fain, Gene Levitt, Mary Angelica Molina, Jane Espenson, Adria Lang, Adam Belanoff, Ben Edlund, Adam Fierro, Sono Patel, Dailyn Rodriguez, Drew Z. Greenberg, Karine Rosenthal. Obra: Elizabeth Craft, Sarah Fain, Jane Espenson. Historia: Sarah Fain, Mary Angelica Molina, Lisa Quintela, Brook Sitgraves Turner, Our Lady J
Lo mejor: Hay buenas tomas
Lo peor: serie deslavazada, cursi, ramplona, cursi y floja en todos los sentidos
¿Cómo verlo?: Se estrenó en AMX el 1 de febrero de 2023. Puede obtenerse mediante programas de intercambio de archivos.
Puntuación: 5
PROMO (en inglés)
PROMO (en inglés)
PROMO (en inglés)
PROMO (en inglés)
WEB OFICIAL (AMX)
DÓNDE VERLA (AMX)
COMPRAR DVD (no está a la venta)
Lo menos que puede decirse sobre FANTASY ISLAND
El atractivo de Fantasy Island, la serie setentera y ochentera (se prolongó desde 1978 hasta 1988, lo que no es poco) radicaba en la personalidad de sus protagonistas centrales mucho más que en el mensaje buenista, ingenuo y bobalicón, con las parábolas morales que encerraba cada episodio. En efecto, el tándem formado por Ricardo Montalbán y Hervé Villechaize, el alto y el bajo, siendo este último una especie de émulo de Felipe González (que Javier Gurruchaga presentó en un squetch como su avatar al preguntarle: “¿el poder mengua?”). La serie se mantenía sobre todo en la personalidad de ambos. Hoy, aquel squetch de Gurruchaga sería considerado insultante y digno de galeras para quien osara realizar un ramake, sin embargo, AMX ha acogido en su catálogo a esta serie que se remite a la Fantasy Island, pero encarrilada por la “corrección política” y la “ideología woke” mucho más que por el deseo moralizador.
El resultado ha sido una plasta. Las parejas llegan a la Isla de la Fantasía, pero no los recibe un Ricardo Montalbán otoñal y carismático hasta su último suspiro, sino Roselyn Sánchez, portorriqueña y hoy cincuentona, de muy buen ver, almibarada y acaramelada, especie que suele proliferar en el Caribe. Es uno de esos rostros que conocemos de episodios en series y que hace lo que puede para levantar un guion flojo y una temática, además de increíble, bastante errática.
Roselyn es la heredera del “Señor Roarke” (Ricardo Montalbán en la serie histórica), concretamente su sobrina nieta. El “bajo” Villechaize ha desaparecido (falleció en 1993 a sus escasos 50 años) y su lugar ha sido tomado por la actriz de color, Kiara Barnes. Algo falla en esta pareja o no terminan de estar compenetradas y no lo terminan de simular bien o el recuerdo de los personajes históricos ensombrece por completo su interpretación. Ambas, en cualquier caso, reciben a las parejas de elegidos que visitan la isla y les ofrecen como regalo el cumplir uno de sus sueños. Entonces se produce lo que en filosofía se llama “heterotelia”: lo que empieza siendo un sueño, termina mal, no conduce a donde sus protagonistas hubieran esperado. De ahí la parábola moralizadora que, lisa y llanamente, se reduce a este mensaje: “no seas gilipollas y confórmate con lo que eres”.
La idea de una isla en la que se cumplen los sueños, con la contrapartida de que los sueños se tornan pesadilla, es una idea demasiado vieja, demasiado manida y muy fuera de lugar. La serie ni suscita sonrisas (como la histórica), ni es de aventuras (como se ha querido presentar), ni las intrigas que plantea son como que Sherlock Holmes entrara en acción. Y, además, el gran problema de esta serie es que exista otra de hoteles, The White Lotus, que va por su segunda temporada y que resulta, sencillamente, genial. The Fantasy Island, que, finalmente no es más que un resort algo especial, palidece ante los distintos personajes y las situaciones múltiples de las parejas que aparecen en The White Lotus. Es inevitable al ver una, recordar a la otra, y comparar.
La serie, además, tiene una presentación excesivamente almibarada, sin la contrapartida de algo que nos haga sonreir y ponga una pizca de picante a tanta dulzura. Cuando eso ocurre, habitualmente, una serie, termina pecando de cursilería. Y esto es lo que le ha ocurrido a este producto, bastante aburrido, flojo de argumento y que conduce a espectadores sensibles hasta el coma diabético.
(SI ESTA CRÍTICA LE HA SERVIDO PARA ALGO O LE HA AYUDADO EN ALGO, PULSE LA PUBLICIDAD QUE ACOMPAÑA Y QUE NOS AYUDA A MANTENER LA WEB. GRACIAS).