
FICHA
Título original: King of Stonks
Título en España: Mal negocio
Temporadas: 1 (6 entregas)
Duración episodio: 45 minutos.
Año: 2022
Nacionalidad: Alemania
Temática: Drama
Subgénero: Comedia
Resumen: Un gurú de las finanzas espera que su empresa de nuevas tecnologías se haga un lugar en el mercado y para ello está dispuesto a traicionar a sus colaboradores más inmediatos, a sobrevalorar el producto, a cualquier acción fraudulenta para elevar la cotización de la empresa.
Actores: Thomas Schubert, Matthias Brandt, Sophia Burtscher, Larissa Sirah Herden, Andreas Döhler, Altine Emini, Wilson Gonzalez, Rouven David Israel, Nino Porzio, Julian Marcel Sark, Eva Löbau, Maryam Zaree, Kais Setti, Mike Davies, Ricarda Seifried, Samy Challah, Jasin Challah, Steffen Will, Stefan Lampadius, Johanna Orsini-Rosenberg, Jonas Leonhardi, Manfred Böll, Benjamin Höppner, Matthias Breitenbach, Lucas Brosch, Anna Larissa Grosenick
Lo mejor: serie muy dinámica y energética
Lo peor: tiene “picos” excesivamente desmadrados y absurdos
¿Cómo verlo?: Se estrenó en Netflix el 7 de julio de 2022 . Puede obtenerse mediante programas de intercambio de archivos.
Puntuación: 7
PROMO
INTRO
MÚSICA
COMPRAR DVD (no está a la venta)
Lo menos que puede decirse sobre MAL NEGOCIO
Viendo esta serie, a uno jamás se le ocurriría comprar acciones de una startup: productos informáticos mal acabado, improvisados, vendidos por gurús testosterónicos, permanentemente colocados, con mala leche, todos émules de Elon Musk o de Steve Jobbs, en malas relaciones con su staf y preocupados por la velocidad en la que se forrarán (siempre mayor que el tiempo en el que la empresa seguirá a flote). Series como estas hemos vistos muchas en los últimos años dedicadas a gurús reales: Wecrashed, Superpunped, El código que valía millones y, en cierto sentido, The Dropout.
La novedad de Mal negocio es que está hecha en Alemania, con un humor alemán, tendencia al desmadre excesivo, a la caricaturización extrema y a las situaciones abracadabrantes desde el punto de vista económico. Como es habitual en este tipo de series, se cuenta que los hechos reales son verídicos. Imposible que lo sean: que hay un fondo de verdad en este tipo de empresas, parece claro, pero si las cosas se han realizado verdaderamente así habrá que desconfiar de todo lo que proceda de la economía alemana.
Dos personajes: el uno el habitual “gurú” de las nuevas tecnologías: “Magnus”, un tipo con más ambiciones que cerebro, pero con mucha cara dura y mala uva. Zafio, lenguaje y gestos permanentemente groseros y obscenos, con la testosterona rebosando por los oídos y concentrado en que el lanzamiento de su producto en bolsa sea espectacular y, por tanto, recoja beneficios desde el primer día de su salida a bolsa. El otro es el director ejecutivo o jefe de operaciones de la empresa, “Felix”, un tipo excéntrico pero discreto, encargado de elaborar la tecnología para la empresa, sistemático, consciente de su trabajo y, también con ambiciones, de compartir la dirección de la empresa. Uno pone la cara, el otro el cerebro. Y, como no podía ser de otra manera, el primero estaba al segundo. Pero, además, comete un error, sentirse atraído por “Sheila Williams”, una inversora en corto. Entre este amor poco recomendable para el dirigente de una empresa que cotiza en bolsa, las malas relaciones previas de la empresa con individuos seudomafiosos procedentes del sector del porno, periodistas a la caza de escándalos espectaculares y productos sobrevalorados, “Cable Cash” (nombre de la empresa) empieza y termina siendo un verdadero “mal negocio” como anticipa el título de la serie.
La serie tiene sus puntales más sólidos en el encuentro “dialéctico” y casi hegeliano entre los dos protagonistas: “Felix” está interpretado por Thomas Schubert y “Magnus” por Matthías Brandt. Ambos se ciñen a los rasgos atribuidos a sus personajes por los guionistas que han sabido realizar una serie dinámica hasta la extenuación, sin momentos de respiro. Uno desatado y sin límites, extrovertido, mientras el otro es reconcentrado, eficiente, introvertido. Ambos, ambiciosos. Y en cuanto a los escrúpulos… bueno, en los negocios los escrúpulos cuentan poco.
Seis episodios parecen pocos para una serie (hace 10 años, lo normal eran 12, luego pasó a 10, antes de la pandemia nos situábamos en 8 y, ahora, cada vez más, el formato se ha reducido hasta 6), pero en algunas, como en ésta, con cuatro hubiera podido contarse la misma historia sin menoscabo de su comprensión, ni de la caracterización de situaciones y personajes. Hay un momento en el que tanto desmadre termina cansando. De todas formas, la serie logra su objetivo de entretenimiento y, aunque nadie se la pueda tomar en serio, si parece que algo de verdad hay en todo lo que narra.
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