FICHA

Título original Butterfly
Título en España: Butterfly
Temporadas
: 1 (3 entregas)
Duración episodio: 30 minutos.
Año: 2019
Nacionalidad: Reino Unido
Temática
: Infancia
Subgénero: Transexualismo
Resumen: Un niño de 11 años, se siente niña. Sus padres se han separado. El niño aspira a que vuelvan a unirse, incluso llega a intentar suicidarse, tras lo cual, el padre regresa a casa, sin embargo, no puede soportar el que le digan que su hija quiere ser niña. Las cosas en el colegio no van mucho mejor, pero, pronto, el niño empezará a recibir el tratamiento de “cambio de sexo”.
Actores: Anna Friel, Emmett J. Scanlan, Callum Booth-Ford, Sean McGinley, Millie Gibson, Lorraine Burroughs,
Lo mejor: ha sido muy elogiada en medios LGTBIQ+
Lo peor: adoctrinamiento
¿Cómo verlo?: Se estrenó en Disney+. Puede obtenerse mediante programas de intercambio de archivos.

Puntuación: 6

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Lo menos que puede decirse sobre BUTTERFLY

Imagino lo que ocurriría si mi hija se mirara al espejo y dijera: “Papá, me veo gorda”, cuando pesa lo normal para su edad o quizás algo menos. Y si mi hijo dijera: “Papá, la mano izquierda me molesta y me la voy a cortar”. En cualquiera de los dos casos, usted y yo y todos, lo primero que haríamos sería ir al psicólogo más próximo, porque resultaba evidente que ella estaba en puertas de la anorexia y él tendría el diagnosticado “desorden de identidad de la integridad corporal”, también conocido como BIID. Pues bien, cuando un adolescente se mira al espejo y se ve de otro sexo o le molestan los testículos y desea que se le caigan, el padre moderno lo primero que debe hacer, sin dilación, es iniciar un “proceso de reasignación de género”. Ese proceso pasa por hormonación y entrada en el quirófano. No hay problema porque “está todo pagado”. La Seguridad Social -si, la misma que no cubre ni ortodoncias, ni determinadas operaciones, optometría ni plantillas- asume todos los gastos de por vida.

Es la consecuencia lógica de que alguien determinase que el sexo es una “construcción social” y que, en realidad, nuestro ADN importa poco en la materia. Cada cual puede elegir su sexo. Y, sobre todo, nada de terapias psicológicas, no sea que eso que, en principio, lo que parecería una neurosis o una manía obsesiva, termine curándose. El problema real, es que, un niño de 11 años, como el protagonista de la serie, puede tener muchos cambios en los siguientes cuatro o cinco años.

Pero cuando se entra en el quirófano para convertir un pene en vagina, no hay vuelta atrás. El niño ¿logra ser mujer? En realidad, no: su ADN no variará. Seguirá precisando hormonación y, por supuesto, más y más retoques de cirugía estética, durante el resto de su vida. Solo así logrará parecer una mujer. Decimos, “parecer”; no “ser”. El otro día, cuando me preguntaron si se les amputa la próstata a los que deciden cambiar de sexo, la verdad es que no supe que contestar. Y es que el ADN determina nuestro sexo, por mucho que queramos hacer piruetas lingüísticas, razonamientos lógicos y ser más progres que nadie.

Toda esta parrafada viene a cuenta de esta serie de tres episodios en los que un niño de 11 años, opta por cambiar de sexo. Esto genera tensiones y problemas familiares y no digamos problemas en el protagonista que, en un momento dado, intenta suicidarse, como medida de presión ¿para cambiar de sexo? No, para que su padre regrese a casa. Veremos las etapas que un niño aspirante a ingresar en la cofradía transex debe hacer para ver su sueño realizado. De esto va la serie que, por lo demás, es muy digna en su realización y en sus interpretaciones.

Nos hemos topado con ella en Disney+… el canal infantil (sí, el mismo en el que, por cierto, hace poco vimos el baile de un pene en una serie que preferimos ni recordar pero que resumía el escándalo de un video sexual de Pamela Anderson). Reconozco que Disney no me cae bien desde que cuando tenía 5 años vi Bambi, con el luctuoso final de su madre. No necesité terapia, pero si tuve la certeza de que algún sádico está apalancado en sus oficinas. El catálogo de Disney+ es, hoy, justo lo contrario que un psicólogo recomendaría para mentalidades infantiles: superhéroes, sexualización excesiva de los productos, violencia en muchos casos extrema y, para colmo, adoctrinamiento político. No es nada original: casi todos los streaming van en la misma dirección. La diferencia es que Disney es, según la creencia popular, un canal para niños y en la que padres de mi generación “confían” que ofrezca programación adecuada para sus hijos.

No hay muchos datos sobre la serie. Sabemos que fue difundida en ITV en el Reino Unido y en Euskal Telebista a poco de su estreno. No hemos podido encontrar datos sobre cuando se estrenó en Disney+ (debe ser este mes o el pasado) y también los rastros que ha dejado en las bases de datos habituales sobre cine son escasos o nulos. Es significativo. Hay que decir que no es una mala serie. De hecho, muestra los problemas de una familia con un hijo que decide cambiar de sexo.

Uno de los pocos datos que han trascendido sobre la serie tiene cierta gracia. El protagonista es un “niño cisgénero”, es decir, niño-nacido-niño-que-quiere-seguir-siendo-niño. Bien, ¿y por qué no se eligió a un “niño transexual”? Respuesta: porque para él podría ser “difícil y doloroso” asumir este papel. Lo cual da que pensar: y para un niño-niño, ¿no debería ser igualmente “difícil y doloroso” asumir el papel de un transex y vestirlo de niña a su edad? Las cosas se ven más claras si tenemos en cuenta el código obligatorio de la “nueva normalidad”. Unos deben ser ultraprotegidos; los “cisgénero” no tanto.

Dicho todo lo cual, la serie puede interesar para tener una visión del problema de los niños transex.

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