FICHA

Título original: Neumatt
Título en España: Nuevas Metas
Temporadas: 1 (8 entregas)
Duración episodio: 45-48 minutos.
Año: 2021
Nacionalidad: Suiza
Temática
: Drama
Subgénero: Psico-social
Resumen: Un consultor de empresas, respetado en su profesión y con esperanzas de ascender, recibe una llamada de su padre que le deja intranquilo. Algo no va bien en la granja en la que vive con su madre y su hijo menor. Al día siguiente, otra llamada de su madre le comunica que su padre ha muerto. Acuden a la granja el consultor y su hermana y recomiendan a su madre que la venta. Ella no accede.
Actores: Julian Koechlin, Aaron Hitz, Karen Ann Wong-Dorall, Nicola Perot, Rachel Braunschweig, Marlise Fischer, Jérôme Humm, Sophie Hutter, Anouk Petri
Lo mejor: es un drama verosímil y que nos aproxima a situaciones reales.
Lo peor: Netflix introduce con calzador alguna de su temáticas-estrella
¿Cómo verlo?: Se estrenó en Netflix el 26 de mayo de 2022. Puede obtenerse mediante programas de intercambio de archivos.

Puntuación: 7

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Lo menos que puede decirse sobre NUEVAS METAS

Esta serie puede ser calificada como “drama rural”. No es, claro está, un drama rural a lo Puerto Urraco, ni tampoco de los que suelen darse en la “América profunda”. Es un drama rural “a la Suiza”. En el país alpino están separados por pocos kilómetros, las grandes instituciones financieras, el refugio más discreto para el dinero negro, y también granjeros y ganaderos esparcidos por aquellos valles, entre estación de sky y chalets de “los señores del dinero”. Un país en el que se hablan tres idiomas y varios dialectos, no puede ser como cualquier otro. Así que todo lo que nos llegue de allí, incluida esta serie, será diferente a lo que pueda hacerse en otras latitudes.

“Michi” es el típico suizo dedicado al mundo de los negocios. Es consultor de empresas: prepara programas para su optimización y viabilidad. Es un tipo de éxito al que nada separa de su objetivo final: triunfar en su profesión. Nada, salvo que es gay y que, al parecer, en Suiza, no rige aquello de “donde comas, no cagues”. Se enamora de un compañero de trabajo, el mismo día en que su padre le llama. Por el tono de la comunicación, sabe que algo no va bien, pero no le da excesiva importancia. Al día siguiente, vuelve a llamarse la madre: el padre ha aparecido muerto, se ha caído de una escalera. “Michi” acude a la granja, abandonando sus quehaceres habituales. Allí se encuentra con su hermana, “Sarah” que dirige un gimnasio en la capital. Ambos tienen un hermano pequeño que vive en la granja. Éste y la madre se obstinan en no vender la propiedad y seguir manteniéndola. Para lo que requieren la ayuda de sus dos hijos: estos no parecen muy dispuestos a alternar la vida urbana con actividades rurales que creían haber dejado atrás.

La serie nos sitúa ante distintos problemas, algunos de los cuales pueden pasar desapercibidos al espectador: estamos asistiendo al fin de un mundo. La “Europa rural” se acaba: la están matando las regulaciones, las multinacionales, el turismo, el éxodo a las ciudades. Lo que veremos no está muy alejado en su fondo de lo que ya vimos en The Ranch. El problema más evidente que deja traslucir la serie, es que los hijos “urbanitas” no saben lo que quieren: no se sienten apegados a la granja más que por la presencia de su madre y de su hermano menor, especialmente “Michi”. Si fuera por “Sarah” que tiene problemas económicos en su gimnasio, la granja se vendería a la voz de ya. “Michi” está preso entre la contradicción de seguir su brillante carrera de consultor o bien apoyar a la familia. Ni sabe lo que quiere, ni siquiera es consciente de quién y de lo que es.

En una serie de Netflix, debe estar presente alguna de las obsesiones adoctrinadoras de la cadena. Aquí aparecen algo forzadas (el amor gay entre “Michi” y otro compañero de trabajo de aspecto afro, “perspectiva LGTBQ+” y “multicultaridad”). Pecata minuta. Mucho más discretamente aparece lo que debería de dar sentido y contenido a la serie (el conflicto entre multinacionales y regulaciones agrícolas y granjas gestionadas de manera tradicional).

El drama alpino, resulta interesante. Los dos hermanos urbanitas, Julian Kochlin y Sophie Hutter bordan buenas interpretaciones. El esfuerzo de guionización es, también, más que aceptable. Pero a la serie le falta “tono”. Se diría que no ha aprovechado todas sus potencialidades y lo que debería haber sido un “gran tema”, se pierde en pequeñas anécdotas. Por lo demás, debo reconocer mi desconocimiento sobre si la colaboración de perfectos urbanitas en la vida rústica achicando excrementos de vaca, es posible o no pasa de ser una fantasía de guionistas que no han sabido como salir del encargo.

Bien, pero no genial; aceptable, pero en absoluto brillante. Podría haber dado mucho más juego. Potencialidad no le falta. Lo que le falta es refinado, pulido y simplificado. Va por la segunda temporada. Es, en el fondo, un culebrón alpino.

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