
FICHA
Título original: Tiny Pretty Things
Título en España: Delicas y crueles
Temporadas: 1 (10 episodios)
Duración episodio: 54-58 minutos.
Año: 2021
Nacionalidad: EEUU
Temática: Drama
Subgénero: Danza clásica.
Resumen:
Actores: Lauren Holly, Kylie Jefferson, Casimere Jollette, Brennan Clost, Barton Cowperthwaite, Bayardo De Murguia, Damon J. Gillespie, Anna Maiche, Daniela Norman, Michael Hsu Rosen, Tory Trowbridge, Shaun Benson, Jess Salgueiro
Lo mejor: Momentos de músuica y de danza clásica
Lo peor: Demasiadas historias entrecruzadas que impiden dar profundidad a los personajes.
Lo más curioso: El guion está basado en la novela de Sona Charaipodra y Dhonielle Clayton.
¿Cómo verlo?: Se estrenó el 1 de febrero de 2021 en Netflix . Puede obtenerse mediante programas de intercambio de archivos.
Puntuación: 6
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Lo menos que puede decirse sobre DELICADAS Y CRUELES
La serie tiene como título original traducido al castellano “pequeñas cosas bonitas” que, suena mucho mejor en inglés, así que Netflix ha optado por titularla Delicadas y crueles que genera más interés y morbo para el público español. Se trata de una miniserie estrenada el 14 de diciembre en los EEUU y que ha tardado mes y medio en ser incorporada al catálogo en castellano de la serie. Está basada en una novela, Tiny Pretty Things, no particularmente difundida en los EEUU pero que ha merecido la atención de Netlifx. Como se sabe, la plataforma procura dar unos contenidos completamente diversificados para que cada abonado encuentra algo que le guste. En este caso, el producto faltaba: se trataba de satisfacer a la generación nacida con el milenio, a los amantes de la danza clásica, pero satisficiera también a los amantes del misterio, de la temática gay e, incluso de culebrones ochenteros. Todo esto se encuentra arracimado y contenido en esta serie.
Estamos en una prestigiosa escuela de danza neoyorkina. Allí van a parar las que luego serán primeras bailarinas de las mejores compañías de danza clásica de todo el mundo. Cuando se incorpora una nueva alumna becada de raza negra, “Neveah Stroyer”, la mejor alumna hasta ese momento, “Cassie Shore”, está en coma: se ha arrojado o la han arrojado -y todo induce a pensar que esto último es lo que ha ocurrido- desde la cornisa del edificio. La nueva alumna se encuentra, bruscamente, en un mundo que no es el suyo: baila bien, pero le falta técnica y conocimiento del medio de la música y del ballet clásico. Deberá ganarse un puesto en un mundo excepcionalmente competitivo y además, lidiar con rivalidades entre las alumnas, pugnas en la dirección del centro, y sospechas de lo que ha podido ocurrir con “Cassie”.
El argumento deparará algunos giros notables, pero, en su conjunto, tiende a mostrar cómo es una escuela de danza clásica (el espectador aprenderá mucho sobre el tema) y el guion, para bien o para mal, se limita a amontonar clichés y tópicos de lo que se intuye que es este medio: celos, rivalidades profesionales llevadas al límite, ambiciones entre los alumnos, todo tipo de variantes sexuales con particular predilección por el mundo gay entre los varones, mecenas multimillonarios que aportan sus dineros a la escuela sin que les interese mínimamente la danza clásica, etc, etc.
El producto -porque es un producto más hecho a medida para satisfacer a un nicho de mercado entre los abonados a la plataforma- tiene algunos problemas, propios de este tipo de enfoques: el primero de todos, es que hay demasiados protagonistas y líneas argumentales, impidiendo que, en apenas 10 episodios de menos de una hora, se profundice en cada una de los personajes. La serie se dispersa, sin que, finalmente, los protagonistas tengan una mínima profundidad. En segundo lugar, Netflix ha intentado reunir demasiados géneros y satisfacer a un público demasiado amplio sin caer en la cuenta de que el aficionado a la danza clásica, aborrece el baile callejero moderno, y que al amante del rap y del hip-hop le repelen los términos en francés propios del ballet clásico. Y, todo, para una serie que se parece demasiado a Fama, la mítica serie ochentera sobre una escuela de danza que tuvo en Un paso adelante su traducción carpetovetónica. Al final, el espectador, permanece ante la pantalla para ver si logra enterarse de qué ha ocurrido con la bailarina en coma.
Sobre el trabajo de los actores cabe decir que han sido elegidos por sus aptitudes para la danza clásica, mucho mas que por su capacidad interpretativa, pero, en general, salen airosos de la prueba y merecen una media de notable.
La serie puede ser vista por el público al que va dedicado: jóvenes-atraídos-por-la-danza, interesados por cine gay, por millenials y maduritos con ganas de ver cuerpos jóvenes.
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