FICHA

Título original Roadkill
Título en España: Roadkill
Temporadas: 1 (4 episodios)
Duración episodio: 60 minutos.
Año: 2020
Nacionalidad: Reino Unido
Temática
: Drama
Subgénero: Política
Resumen: Un político de pocos escrúpulos, con muchos agujeros negros en su pasado, trampea y consigue estar al frente de un ministerio a pesar de los artículos que se publican sobre él cuestionando su moralidad. Después de salir victorioso de una demanda judicial, un anónimo le anuncia que tiene una hija no reconocida en prisión. Poco después resulta nombrado ministro de justicia, justo cuando ha estallado un motín en esa prisión. Este no es más que uno de los muchos problemas que se le vienen encima.
Actores: Hugh Laurie, Helen McCrory, Sidse Babett Knudsen, Iain De Caestecker, Saskia Reeves, Danny Ashok, Millie Brady, Sarah Greene, Patricia Hodge, Pip Torrens, Nicholas Rowe, Tony Pitts, Gbemisola Ikumelo, Emma Cunniffe, Pippa Bennett-Warner, Shalom Brune-Franklin, Anna Francolini, Jennifer Hennessy, Yolanda Kettle, Katie Leung, Paul Riddell, Simon Manley, Obie Matthew, Deeivya Meir, Jag Patel, Simon Thorp, Olivia Vinall, Melanie Wilder, Pierre Bergman, Gianni Calchetti, Zak Holland
Lo mejor: Hugh Laurie -incluso con coronilla- sigue estando genial en sus interpretaciones.
Lo peor: todo lo demás es flojo y convencional.
Lo más curioso
: El caso de “Peter Laurence” es extrapolable a buena parte de la clase política en cualquier país.
¿Cómo verlo?: Se estrenó en Movistar+ el 2 de noviembre de 2020. Puede verse mediante programas de intercambio de archivos.

Puntuación: 7

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Lo menos que puede decirse sobre ROADKILL

En el Reino Unido, especialmente, la duración de las series se va acortando. Ya no se trata solo de 8 o 12 episodios para que una “miniserie” sea considerada como tal. Se llega incluso a series de apenas cuatro episodios, como ésta, Roadkill, que tiene como máximo atractivo la presencia de Hugh Laurie y esa brevedad que casi está más próxima de un largometraje convencional que de una serie propiamente dicha.

Laurie es el pilar de esta serie. Casi estaríamos tentados de decir el único pilar sobre el que se sostiene. Vale la pena verla, para comprobar que también el registro de político corrupto y psicópata integrado, demuestra sus cualidades interpretativas. Laurie, en esta ocasión, es “Peter Laurence”, un diputado y ministro conservador-progresista, casi un populista, que gusta estar cerca de sus electores y comunicar con ellos, no tanto para compartir sus problemas como para estar siempre a la caza del voto incauto. Porque, “Laurence” es un político corrupto -otro más- cuyo armario está repleto de “cadáveres” de períodos anteriores de su vida. Cuando se inicia la serie, acaba de vencer en un juicio planteado por él mismo contra una periodista, por difamación. Lo ha ganado porque la periodista se retractó de lo dicho, consciente de que no tenía pruebas suficientes para mantener las acusaciones, aún constándole que eran ciertas. Crecido por esta victoria, “Laurence” aspira a convertirse en el nuevo ministro de exteriores, sin embargo, es relegado al ministerio de justicia, en el preciso momento en el que recibe la noticia de que tiene una hija fuera del matrimonio que se encuentra en una prisión en la que, por cierto, acaba de estallar un motón. Por otra parte, la periodista condenada a pagar un millón de libras al haber perdido el juicio por difamación, no se resigna y viaja a EEUU para recabar más datos sobre los negocios ilícitos de “Laurence”. Poco a poco, las dificultades se van sucediendo y su vida empieza a desmoronarse. Sin embargo, él, como buen psicópata integrado- sigue como si nada, demostrando una falta total de empatía con todos… salvo con él mismo.

El argumento, como puede verse, tiene mucha actualidad. Las democracia en toda Europa parecen haber generado una casta parasitaria cuya principal característica es su capacidad para mentir, su egocentrismo por encima de cualquier medida, su falta de empatía y su frialdad a la hora de tomar decisiones que puedan dañar a otros: características, todas ellas, del perfecto psicópata de manual. Y ahí siguen pidiéndonos el voto cada cuatro años y simulando como que les importamos algo. De ahí la actualidad de la serie, y junto con la actuación de Laurie, su mayor activo.

La serie por lo demás, resulta excesivamente “fácil”, basada en casualidades y en amistades y relaciones poco verosímiles (la secretaria de la primera ministra con el abogado defensor de “Laurence”, una camarera con la chófer del político, etc, etc). No se trata de una serie que derroche imaginación, ni coherencia, si bien, todo queda disculpado y neutralizado por la interpretación de Laurie que es, verdaderamente, el atractivo de la serie y por lo que vale la pena verla. La pregunta que corresponde hacer, después de verla, es “¿Estamos seguros de a quién votamos?”, “¿Vale la pena perder 30 minutos cada cuatro años para votar a tipejos como éste que, no son más que arquetipos de la clase política europea?”. Hay en la serie una reflexión implícita hacia los actuales sistemas políticos occidentales. Y no es en absoluto optimista.

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