
FICHA
Título original: Patria
Título en España: Patria
Temporadas: 1 (8 episodios)
Duración episodio: 55 minutos.
Año: 2020
Nacionalidad: España
Temática: drama
Subgénero: terrorismo
Resumen: Un empresario vasco es asesinado por ETA, deja dos huérfanos y viuda. Uno de los miembros del comando asesino es el hijo de una vecina, cuyo padre, además, era amigo íntimo del asesinado. Años después, cuando ETA se disuelve, la viuda vuelve al pueblo generando indignación entre los “abertzales”: viene a abrir viejas heridas. Ella, sin embargo, solamente quiere conocer por qué ocurrió todo aquello y quién asesinó a su marido.
Actores: Elena Irureta, Ane Gabaraín, Loreto Mauleon, Susana Abaitua, Mikel Laskurain, José Ramón Soroiz, Eneko Sagardoy, Íñigo Aranbarri, Jon Olivares, Alvar Gordejuela, Iñigo Arambarri, Alba Brunet, Adolfo Fernández, Jesús Gallo, Fernando Guallar, Begoña Maestre, Bruno Martín, Mario Mayo, Patxi Santamaria, Johanna Wallmeier
Lo mejor: muestra los rasgos de lo que debería llamarse “patología vasca”.
Lo peor: el que muestra esos rasgos involuntariamente, sin pretenderlo y sin saberlo.
Lo más curioso: Debía haberse presentado en marzo en el festival Series Mania en Francia, pero el Covid-19 hizo que se aplazara su estreno.
¿Cómo verlo?: Emitida desde el 27 de septiembre de 2020 por HBO. Puede obtenerse mediante programas de intercambio de archivos.
Puntuación: 7
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Lo menos que puede decirse sobre PATRIA
No puede decirse que la serie Patria nos haya decepcionado, era, más o menos, lo que esperábamos (una serie ambigua, neutra, en busque de equilibrios, equidistante, sin comprometerse ni con unos ni con otros -esto es, ni con los asesinos, ni con las víctimas- y que solamente se han atrevido a hacer diez años después de que ETA haya entrado en el basurero de la historia). Ahora bien, si nos ha sorprendido el que -ya sea por el autor de la novela o por los adaptadores- lo que esta serie refleja muy directamente es lo que, más que “conflicto vasco”, podía, con más propiedad, llamarse “patología vasca”. Y eso es lo que hace que comentemos esta serie que, de otra manera, ni siquiera habríamos tenido interés en ver. En efecto, el primer capítulo, especialmente, es lento-lentísimo, las escenas poco relevantes se comen más metraje del necesario, falta algo más de movimiento de cámara, de acción, de cambios de planos, es decir, todo aquello que otras cinematografías dominan y que la cinematografía española no logra controlar.
Patria tiene una parte completamente tópica: el que en el País Vasco todas las partes han quedado maltrechas y, la serie reconoce dos, las víctimas y sus familiares, y los asesinos y su entorno. Para este viaje no necesitábamos alforjas. A esto sigue otra parte igualmente tópica: ¿qué fue antes la gallina o el huevo? Que en esta serie equivale a mantenerse equidistante entre la “violencia del Estado” y la “violencia de ETA. Y también se plantea el problema del origen de las víctimas y de los verdugos. Se olvidan muchos problemas y en este asunto no hay equidistancia posible, ni buenas intenciones como demuestra el hecho de que los familiares de las víctimas solamente pueden hablar con ellas en el cementerio y los familiares de los asesinos pueden irlos a ver la cárcel y esperar que un día aparezcan por la puerta de casa. Poca equidistancia veo en esta situación.
El ”Txato” era un empresario al que ETA extorsionaba: dos millones de pesetas. Y el “Txato” pagaba en Francia. Un mal día, ETA lo mata. La escena del cadáver en la calle, bajo la lluvia, en completa soledad, sin que nadie, ningún vecino, acuda en su auxilio y con la viuda sollozando, es la primera muestra de la “patología vasca”. Y no exagera la serie. El miedo a solidarizarse de alguna manera -incluso prestando auxilio a un malherido- podía ser considerado como muestra de complicidad con la “txakurra” (policía). El muerto, en esta ocasión, dejaba viuda y dos hijos. El asesino era el vecino de enfrente, cuyas padres eran íntimos del asesinado y de su esposa… El asesino, por lo demás, ni siquiera tenía conciencia política, tan solo un conjunto de tópicos mal hilvanados y, como era de esperar resultó detenido poco después. Detenido y torturado. Pasan los años, ETA está deshecha a principios del milenio, ya apenas puede actuar, es un despojo, los militantes que se suman a ella son de mala calidad, porreros, irresponsables, carecen de conciencia política, apenas les han enseñado a disparar un arma y, menos mal que llega ZP y entabla el “proceso de paz”. Algunos dirigentes de ETA deciden salvarse y recuperar un futuro por la vía de la “negociación”. Luego se disuelven con una ridícula rueda de prensa con caretas bajo las boinas. Pero las heridas no han restañado: la viuda vuelve al pueblo. Sigue tan sola como cuando asesinaron a su marido. Es más, incluso el cura le reprocha que su presencia allí sirve para reabrir heridas… porque en el pueblo hay 9 “chicos” presos en cárceles (el cura omite decir cuántos asesinatos han generado estos 9 “chicos”). Ahí terminan los dos primeros episodios que dejan prever lo que será la serie.
Buenas interpretaciones, buena ambientación, fotografía discreta, mucho gris, mucha oscuridad, suficientes como para describir el paisaje y la situación del País Vasco. La serie está bien realizada, salvo por la lentitud que induce al bostezo en algunos tramos. Falta acción, falta habilidad en el montaje, falta dinamismo, faltan diálogos más incisivos en lugar de repetir una y otra vez tópicos, topicazos y frases vacías.
¿Es la serie “definitiva” sobre la “patología vasca”? No. Es una serie más cuya principal virtud es demostrar que allí falló algo para que se dieran las circunstancias que permitieron a ETA prolongar durante medio siglo su acción, especialmente tras la amnistía de 1976-7, la obtención de un Estatuto de Autonomía y el concierto económico. ETA siguió matando y, lo que es peor, hizo que la sociedad vasca callara, justificara hasta el incendio de un bus, excusara a ETA de asesinatos masivos como el de Hipercor, y… un tiroteado y su viuda no recibiera la más mínima asistencia tendidos bajo la lluvia. La serie “definitiva” será aquella que describa los mecanismos (miedo, tribalismo, lógica absurda, trastornos mentales, herencia genética) que hicieron que una sociedad actuara como lo hizo, consiguiendo que ETA fuera la única organización terrorista que sobrevivió en Europa más allá de la frontera del siglo XXI. Y esta serie no lo explica ni remotamente, salvo por lapsus que dejan intuir algunos rasgos de esa “patología”.
La serie interesará a todos aquellos que en un momento dado se pudieron interesar por lo que ocurría en el País Vasco. Gustará a los no comprometidos con ninguna de las partes, pero especialmente a los que opinan que la lucha de ETA fue contra la “injusticia”, la “represión” y “por la patria” (aunque, a la vista del telurismo de la sociedad vasca, que esta serie también refleja, cabría más bien decir “matria”).
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