FICHA
Título original: Boss
Título en España: Boss
Temporadas: 2 (18 episodios)
Duración episodio: 55 minutos.
Año: 2011-12
Temática: drama
Subgénero: política
Resumen: Una neuróloga comunica al alcalde de Chicago que es víctima de una cruel enfermedad degenerativa que le llevará a la muerte en un plazo mal definido, pero que le da tiempo para poner en orden su vida y su trabajo. Evita decir nada a sus colaboradores e incluso a su familia y solamente su hija está al tanto de su secreto. Mientras se manifiestan los primeros despuntes de su enfermedad, sigue con su trabajo implacable de liderar los asuntos de la ciudad.
Actores: Kelsey Grammer, Connie Nielsen, Kathleen Robertson, Hannah Ware, Jeff Hephner, Martin Donovan, Francis Guinan, Rotimi, Troy Garity, Karen Aldridge, Joe Minoso, Ricardo Gutierrez, Jennifer Mudge, James Vincent Meredith, Mary Hollis Inboden, Nicole Forester, Steve Lenz, Daniel J. Travanti, Anthony Mockus Sr., Jonathan Groff, Sanaa Lathan
Lo mejor: un buen guion y una excelente actuación de Kelsey Grammer
Lo peor: la clase política sale muy mal parada del retrato mafioso que se hace de ella.
Lo más curioso: la serie, a pesar de las críticas excelentes, fue cancelada en la segunda temporada. Era producida por el propio protagonista.
¿Cómo verlo?: La serie se estrenó el 17 de agosto de 2012 en España a través de Movistar. Actualmente puede verse en StarzPlay. También puede obtenerse mediante programas de intercambio de archivos y comprar el DVD.
Puntuación: 8
PROMO (en inglés)
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INTRO
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Lo menos que puede decirse sobre BOSS
Si la clase política norteamericana, incluso a nivel municipal, es como nos la pinta esta serie, habrá que concluir que se trata de una banda de mafiosos que, con la excusa de “liderar” a la comunidad, hacen y deshacen a su antojo. No sale, desde luego, muy bien parada la clase política que tiene a su máximo representante en “el alcalde Tom Kane” (Kelsey Grammer). Si a esto unimos que series como House of Cards, hacen un retrato muy poco favorecedor de la cúpula de los EEUU o que The Politician, ya empieza a criticar al aspirante a político desde la adolescencia, cabe preguntar ¿cómo el sistema político norteamericano, anquilosado desde finales del siglo XVIII, resiste y hasta cuándo seguirá inamovible?
Boss nos cuenta la historia de un ficticio alcalde de Chicago que lleva varias legislaturas en el cargo. Está obsesionado por la idea del “liderazgo” y por la convicción de que hay que realizar mejoras para la comunidad, pero no le importa en absoluto cómo llevarlas a la práctica, sabedor de que el electorado, sea cual sea la forma en que las ha realizado, sabrá agradecérselo con sus votos. Cualquier cosa vale si se trata de “servir a la comunidad”. Claro está que este servicio está identificado habitualmente con maniobras para salvaguardar los intereses e sus amigos y los suyos propios y bombardear las de sus adversarios políticos. El “alcalde Kane” es, digámoslo ya, un tipo con pocos escrúpulos y con menos reservas morales. Su vida personal va por los mismos derroteros: su hija, diaconisa y, al mismo tiempo toxicómana, está alejada de la familia y en cuanto a su mujer es un simple florero que aparece solamente en actos públicos, pero con la que no mantiene más contactos. Y luego está su problema personal: su neuróloga le ha diagnosticado DLB, un trastorno cerebral degenerativo que, poco a poco, irá mermando sus facultades mentales, le inducirá estados de ira, pérdida de conciencia, confusiones espacio-temporales y alucinaciones. Solamente una fuerte medicación puede contribuir a retrasar los efectos de la enfermedad. Porque el “alcalde Kane” no está dispuesto en modo alguno a renunciar a su cargo, tan solo irá poniendo en orden sus asuntos personales.
Los primeros capítulos son un estudio sobre la psicología personal de Grammer-Kane. Se trata de un manipulador inmisericorde y despiadado cuya figura corresponde casi a la de un “rey ilustrado” del siglo XVIII. La serie tiene tres vertientes completamente diferenciadas: los aspectos familiares (la relación con su esposa y su hija), los aspectos políticos (manipulación del electorado y maniobreo manipulador) y, finalmente, aspectos mafiosos (sin duda, los más polémicos y desagradables, como el arrojar las dos orejas de alguien que cometió un error al triturador de residuos, sin experimentar la más mínima sensación de culpabilidad). Y todo esto con el común denominador de una personalidad sometida a una gran tensión interior por la conciencia de lo irreversible de su enfermedad y la convicción de que su tiempo se va acortando. La combinación es excelente.
Kelsey Grammer se hizo extraordinariamente popular con la comedia de situación de los años 90, Frasier, uno de los spin-off más exitosos de la historia de la televisión. Previamente, Grammer había aparecido a partir de la tercera temporada de Cheers en 1984 y, poco a poco, su papel se fue amplificando hasta disponer de serie propia. Todo ese ciclo de su carrera se prolongó entre 1984 y 2004, pero después, su carrera decayó hasta esta serie. El tránsito de la primera época a esta segunda, supuso el redescubrimiento de Grammer como gran actor dramático (que luego reafirmó con su papel en The Last Tycoon).
La serie, Boss, en algunos momentos, parece excesivamente impostada. En la segunda temporada, se regalará sobredosis de medicación que harán retroceder algunos síntomas de su enfermedad, pero le generarán alucinaciones y aspirará a dejar un recuerdo en la ciudad mediante un programa de viviendas, deshaciéndose de enemigos políticos e intentando mantener su retaguardia familiar. En esta segunda temporada se ha perdido la novedad de la primera y hay pocos elementos que nos sorprendan.
Además de la excelente interpretación de Grammer, la serie cuenta con una fotografía excelente y unos encuadres perfectamente estudiados, que continuamente exploran la expresividad facial del protagonista para dejar entender sin palabras su estado de ánimo. El trabajo recibió en 2011 dos nominaciones a los Globos de Oro, obteniendo Grammer el premio al mejor actor de serie dramática.
La serie interesará a los que se sintieron capturados por House of Cards (que, en el fondo, es posterior y superior a Boss) y a los que, habitualmente, siguen dramas de trasfondo político. Los admiradores de Frasier lo verán ahora en un papel diametralmente opuesto al afable psiquiatra de otra época, pero igualmente convincente. Y, finalmente, los admiradores de buenas series de televisión, tendrán 19 horas para darse satisfacciones.
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