FICHA

Título original Wir sin die Welle
Título en España: Somos la ola
Temporadas: 1 (6 episodios)
Duración episodio: 50 minutos.
Año: 2019
Temática: juvenil
Subgénero: política
Resumen: Un muchacho que está en régimen abierto en un reformatorio, se integra en un instituto y forma un grupo de amigos, todos, más o menos inadaptados, a los que se van sumando otros. Quieren afirmar un compromiso político-social pero su falta de experiencia y de sentido crítico les hace cometer errores que derivan en la creación de una especie de comando clandestino de agitación social.
Actores: Michelle Barthel, Christian Erdmann, Daniel Friedl, Bianca Hein, Mohamed Issa, Béla Gabor Lenz, Leon Seidel, Milena Tscharntke, Robert Schupp, Manuel Klein, Stephan Grossmann, Luise Befort, Ludwig Simon
Lo mejor: que está inspirada en una gran película.
Lo peor: que es una mala copia de una gran película.
Lo más curioso
: tiene un remoto parecido con la novela The Wave escrita em 1981 por Morton Rhue
¿Cómo verlo?: Estrenada en Netflix el 2 de noviembre de 2019. Puede obtenerse mediante programas de intercambio de archivos.

Puntuación: 5

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Lo menos que puede decirse sobre SOMOS LA OLA

Si usted ha visto la película La Ola (Die Welle, 2008), o bien leído la novela del mismo título, por favor, ahórrese esta seria o quedará horrorizado por ver hasta qué punto una buena novela y una gran película, se deforman hasta lo inextricable y quedan como una caricatura grotesca del original. Se sabe el contenido de estas obras maestras: un profesor decide realizar con sus alumnos un experimento sociológico para demostrar los orígenes del totalitarismo. Poco a poco va incorporando distintos elementos (ideales, factores de homogeneización, consignas, uniformes, símbolo, saludo… por este orden) que hacen que un pequeño grupo de alumnos, vaya tomando la forma de un movimiento de tipo fascistizante, sin que sus propios protagonistas se vayan dando cuenta. Lo esencial es la transformación del adolescente sin ideales políticos, en un activista al servicio de una causa que termina pareciéndose extraordinariamente a los movimientos totalitarios de los años 30.

La película no ha perdido nada en absoluto en los últimos 11 años y sigue siendo una obra maestra del cine alemán. Alguien ha pensado que podía recuperar la idea, reorientarla y transformarla en algo que sintonizara con el “espíritu de protesta” de la nueva generación. El resultado ha sido un completo aborto cinematográfico que no calificamos con un suspenso al contener algunos rastros de la novela originaria y una discreta corrección en su ejecución técnica.

En lugar del profesor de sociología, quien inspira la creación de esta “nueva ola” es un alumno que ha pasado por un correccional y está en régimen abierto. Parece haber tenido alguna lejana militancia en la extrema-izquierda del norte de Alemania, pero no va más allá de la lectura del libro de Naomi Klein sobre las marcas (No Logo) y que su madre pertenecía a una ONG y murió en una “misión humanitaria”. La irrupción de este alumno en un instituto coagula en torno suyo, inmediatamente, a los alumnos freakys de la clase y a una niña cuyos padres tienen alto nivel adquisitivo y la han educado como progresista. Empiezan a llamarse “La Ola” y a actuar como un grupo organizado: son cinco amigos (la niña pija, el residente en el correccional, el hijo de unos agricultores empobrecidos, un libanés a cuya familia están desahuciando y una chica algo siniestra). Pronto se sumarán otros. Cuando sean un grupo numeroso, la niña pija propondrá asaltar un matadero. Las cosas inmediatamente se van de las manos, llega la policía, practica algunas detenciones y aquí termina “La Ola” como movimiento de masas. Sin embargo, sus cinco primeros integrantes no renunciarán a seguir juntos haciendo acciones demostrativas y reivindicativas.

Tales son las pautas de esta serie compuesta por seis entregas. Nada puede decirse sobre los actores, jóvenes y desconocidos que cumplen con sus papeles. Tampoco nada negativo cabe decirse de la ambientación, el movimiento de cámara y el estilo de producción, que son, en todo caso, rutinarios y discretos. Es el guion lo que resulta absolutamente lamentable.

Los guionistas han querido imprimir a los protagonistas de una abnegación y de un alto sentido “social”, “ecológico” y “solidario”, pero no lo han conseguido: han elaborado un verdadero panfleto. Los chicos pasan de ser unos freakys peripatéticos en una escena, a unos “militantes comprometidos” en la escena siguiente. No hay tramos de transformación, fases de evolución: la chica pija, tras leer unas páginas del libro de la Klein, vacía su vestidor (grande como una habitación) y arroja a la basura todas sus prendas de marca. Con el resto, la evolución es todavía más rápida porque ni siquiera se produce tras lectura alguna. Realmente, detrás de tanta ambición, se trata de una simple serie “de institutos”, solo que, en lugar de transcurrir en EEUU, lo hace en una pequeña localidad alemana.

El aspecto político es el más lamentable en todos los sentidos. En primer lugar, porque los “malos” responden a la sigla NfD… extremadamente próxima a la AfD, Alternativa por Alemania, que en estos momentos tiene una cómoda posición parlamentaria, con 91 diputados en el Bundestag, 244 en los parlamentos estatales y 11 en el Parlamento Europeo, 35.000 afiliados y algo más de 4.000.000 de votos. Un partido de estas características y sus electores merecen respeto. En esta serie aparecen como “los malos” (no solamente la sigla es parecida sino los colores utilizados son los mismos) y son ridiculizados como tales por los “jóvenes comprometidos”. En segundo lugar, los protagonistas tendrán mucha “conciencia”, pero sus acciones de “comando” y sus sabotajes son discutibles desde todos los puntos de vista, ingenuos, infantiles, a pesar de lo cual, generan una oleada de entusiasmo en el último capítulo en toda Alemania y una proliferación de grupos de “La Ola” en todo el país… Todo lo que supone algún tipo de “autoridad” (policía, familia, escuela, trabajo) aparecen como malas, muy malas o, simplemente, asesinas. El argumento definitivo con el que uno de los protagonistas defiende el colocar una bomba en una fábrica de papel es que “el mundo será un poquito mejor”… Ecologismo, animalismo e ideología de género son los elementos dominantes de La Ola; eso y el comercio con marihuana del protagonista, mera excusa para que se desnude…

Serie que, por su misma orientación, solamente podría ser apreciada por electores y miembros de Podemos, no particularmente críticos. Al resto, les aburrirá soberanamente. Y, sobre todo, los que deban abstenerse con aquellos a los que la película La Ola les dejó un recuerdo imborrable.

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