FICHA
Título original: 45 revoluciones
Título en España: 45 revoluciones
Temporadas: 1 (13 episodios)
Duración episodio: 50 minutos.
Año: 2019
Temática: drama
Subgénero: música pop
Resumen: Un promotor musical vuelve a la antigua compañía de la que había sido despedido años antes con la intención de introducir la música pop en España. Para ello cuenta con un joven valor que quiere abrirse paso, entre otras cosas porque está enfermo terminal. Gracias a su secretaria y el músico, el joven va consiguiendo imponer su presencia, a pesa del clima político-social de la época.
Actores: Guiomar Puerta, Carlos Cuevas, Iván Marcos, Israel Elejalde, Vito Sanz, Luis Larrodera, Marina San José, Carmen Gutiérrez, Pere Ponce, Diana Gómez, Eudald Font, Silvana Navas
Lo mejor: el intento de mostrar como irrumpió la música de los 60 en España.
Lo peor: intento frustrado, prueba no superada.
Lo más curioso: final cerrado, no tendrá segunda temporada.
¿Cómo verlo?: Fue emitido entre marzo y mayo de 2019 por Antena 3 y puede verse en Atresplayer. Puede obtenerse mediante programas de intercambio de archivos.
Puntuación: 6,5
PROMO (entrevista a Carlos Cuevas)
INTRO
MUSICA
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Lo menos que puede decirse sobre 45 REVOLUCIONES
Serie, inicialmente, bienintencionada, inspirada remotamente por Cuéntame cómo pasó y demasiado directamente por Vinyil que termina siendo algo parecido a la primera y apenas es un pálido reflejo de la segunda. La serie pretendía dar una versión de cómo se introdujo la música “moderna” en la España de los años 60. Pero en ella, todo está desubicado y vuelve a ser una especie de “Cuéntame cómo NO pasó” enfocada en la música.
La serie nos muestra a un promotor musical (Iván Marcos) que, en el Circo Price oye a un espontáneo (Carlos Cuevas) del que queda prendado por su calidad musical. Nada más salir y, sin venir a cuento, los “grises” de la época, aporrean a todos los estudiantes (con unos cascos y uniformes que solamente utilizarán 10 años después). El cantante espontáneo es detenido. Menos mal que, al día siguiente, el promotor musical es contratado de nuevo por la mayor empresa discográfica española, cuyo propietario (Joan Pera) quiere abrir un sello de música moderna. El promotor, junto a su nueva secretaria (Guiomar Puerta) inician los trabajos para lanzar al joven musico que pronto sabremos que está aquejado de una enfermedad mortal.
La serie puede tener algún aliciente para quienes no vivieron aquella época. En lo personal, el que escribe esta crítica, tenía en 1962, época en la que está ubicada la serie, apenas 10 años, pero recuerda perfectamente que dos años después, ya disponía de un tocadiscos portátil, y estaba al cabo de la calle de lo que se cocía musicalmente en España y en el extranjero. De ahí que, tras ver el primer capítulo nos viéramos obligados a repasar algunos datos que esta serie presenta como “históricos”. La primera mitad de los sesenta no fueron una mala época en la música española. El problema es que esta serie utiliza piezas musicales muy posteriores con lo que, el que debería ser uno de los atractivos de la serie, se deja en la cuneta. En 1962, España vivía el desarrollismo que nos llevó desde el subdesarrollo hasta el consumismo, algo que en esta serie no queda reflejado en absoluto. En cambio, se limita a dar una visión distorsionada de la España de entonces: todos los jóvenes eran antifranquistas y angelicales y todos los franquistas eran jodidamente malcarados y ancianos, un maniqueísmo que jamás existió. Todo esto, sin entrar en los arcaísmos en los que cae y que reflejan una negligencia absoluta a la hora de reproducir los rasgos de la sociedad española -que quiere reflejar- de los primeros años 60. Un cero absoluto en esa dirección.
Diálogos flojos, más allá de la afirmación de que “está basada en hechos reales”, nadie que haya vivido aquella época y haya tenido afición por la música de aquel tiempo, se siente reconocido ni en las situaciones, ni en las circunstancias, ni siquiera en algo tan sencillo de reproducir como los números musicales. En cuanto a la trama, es tan previsible como un reloj suizo. Las actuaciones no son malas, tanto en lo que se refiere a Carlos Cuevas como a Iván Marcos, pero el guion no les da muchas posibilidades de lucirse. Y en cuanto al papel que le tocó en suerte a Guiomar Puerta, está tan mal perfilado y es tan absolutamente anacrónico en relación a la época que no merece ni comentarse (el feminismo y la conciencia feminista penetró en España a finales de los 60). En cuanto a la historia del sarcoma cardíaco que aqueja al protagonista, elemento melodramático (ninguno de cuyos síntomas son compatibles con la vida de un cantante de rock) en otra de las chapuzas argumentales de la serie. Y, en cuanto a los números musicales extraídos la mayor parte -sino todos- de los años 70 en adelante, es sencillamente injustificable y una burla a la audiencia, especialmente cuando se intenta presentar a la serie con la coletilla de “basada en hechos reales”.
Una cosa es querer hacer un Vinyil a la española y otra que salga un churro sin apelativos. La serie, que hubiera podido gustar a los que peinamos canas o a nuestros nietos para recordar y conocer aquella época, se queda en un proyecto frustrado que puede satisfacer solamente a los antifranquistas viscerales o a gente poco exigente. Tampoco era tan complicado documentarse sobre la música de la época. Quizás si alguno de los guionistas hubiera preguntado a sus padres o si hubieran consultado hemerotecas y discotecas de la época, en lugar del petardo que salió, hubiera podido quedar una serie digna de verse y de ser recordada. La serie fue vista por apenas 630.000 espectadores, un share del 4,2%, lo que indica el escaso interés que tuvo para la audiencia.
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