FICHA

Título original: La otra mirada
Título en España:  La otra mirada
Temporadas: 1 (13 episodios)
Duración episodio: 75 minutos.
Año: 2018
Temática: drama
Subgénero: feminismo
Resumen: una mujer de mundo que previamente se ha visto implicada en el asesinato de un diplomático en Lisboa, opta a una plaza de profesora en una institución educativa en Sevilla, siendo elegida, revoluciona el centro aplicando tesis y doctrinas feministas y ante la oposición de otras profesoras y el apoyo de la directora del centro.
Actores: Macarena García, Patricia López Arnaiz, Ana Wagener, Cecilia Freire, Gloria Muñoz, Carlos Olalla, Begoña Vargas, Lucía Díez, Carla Campra, Abril Montilla, Paula Sánchez de la Nieta, Elena Gallardo, Juan Luis González Fernandez, José Pastor, Álvaro Mel, José Luis Barquero, Filipe Duarte, Eduardo Cervera Retamar, Jordi Coll, Celia Freijeiro, Pepa Gracia, Paco Mora, José Emilio Vera, Fernando Cueto, Juan Carlos Villanueva, Irene Moral, Joao Compasso
Lo mejor: el vestuario
Lo peor: personajes poco matizados
Lo más curioso
: la serie, inicialmente, iba a llamarse “Alma Mater”
¿Cómo verlo?: En TVE1 en su sección Televisión a la Carta, en youTube, puede bajarse en programas P2P

Puntuación: 6

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Lo menos que puede decirse sobre LA OTRA MIRADA

El arranque de esta serie, las primeras escenas, son vigorosas y sugerentes: Lisboa en los años veinte, una fiesta de la alta sociedad. Cuando termina esa escena, que consigue interesarnos, nos disponemos a ver una serie de intriga y misterio. Pero diez minutos después de los créditos de apertura comprobamos que nos hemos equivocado y vamos a ver algo muy distinto a lo intuido inicialmente: una simple serie de contenido feminista… lo cual está muy bien, siempre, claro está que la serie sea interesante, coherente, creíble y, pues que se desarrolla en la Sevilla de hace cien años, que tenga cierto rigor histórico. Pues bien, todo eso falla: de ahí que la serie pueda ser considerada como “una serie feminista, débil”.

Lo que ya hemos visto demasiadas veces en la producción española de series es un producto desequilibrado en el que el vestuario está estudiado hasta en los mínimos detalles con un rigor milimétrico… pero todo lo demás, empezando por los rasgos de los personajes, esté perfilado con tosquedad y la sensación general sea de producto deshilvanado, inorgánico e improvisado solamente para generar lo que la dirección del “ente público” (puesto que la serie ha sido producida para RTVE) ha ordenado: un producto para reivindicar el feminismo y denunciar la situación de la mujer hace 100 años. Pero el tema del vestuario ya no impresiona porque desde hace más de una década, en el mundo de las series, en todo el mundo, se vienen repitiendo producciones con una ambientación, no solo en vestuario, sino también en decoración, automoción, exteriores, que reproducen con fidelidad obsesiva la vida hace 90 o 120 años.

Lo que no puede hacerse es una serie ignorando cuál era el espíritu de la vida en España hace 100 años. El maniqueísmo con el que son retratados los personajes de esta serie indica que han sido perfilados a brochazos: unas agresivas botas de montar, unos pantalones y un purito, no son los mejores recursos para solicitar trabajo en un centro de enseñanza para chicas en el que, para colmo, ni siquiera se ha enviado el currículo, ni se ha sido citado. La España de 1920 y la Sevilla de esa época, no era Nueva York, ni París a mediados de los años 30. Las incongruencias y los arcaísmos que hemos visto en series como Velvet o Las Chicas del Cable, se repiten en esta serie en donde quienes asumen un papel “progresista” corresponden a un modelo de 50 años posterior y las “retrógradas” pertenecen al período de los Cien Mil Hijos de San Luis y a los últimos años de Fernando VII. Inapelable, inasumible, infumable.

La vida en Sevilla en 1920 no era así ni remotamente: ni la vida de los “progres”, ni la de los “regres”. Cuando en una serie con pretensiones “históricas” se cae en tales arcaísmos, inmediatamente se degrada a la mera dimensión de caricatura.

Puestos a exaltar al feminismo podrían realizarse series basadas en la vida de algunas de sus representantes en España: Clava Campoamor, Concepción Arenal, Victoria Kent, pero no improvisar series para aprovechar el vestuario sobrante de productos anteriores y marcar el tono feminista con cuatro estribillos sacados del último panfleto distribuido por cualquier asociación feminista de barrio ayer mismo.

¿Recomendable? Es difícil poder recomendar un producto de este tipo, aunque su audiencia estaría formada por admiradores de Las Chicas del Cable, espectadores que se atreven a con productos inferiores a Velvet o Tiempos de Guerra. ¿Quiere hacerse una serie ambientada en hace 100 ó 120 años? Tómese como ejemplo: Galerías Paradise o Mister Seldridge, Berlin Babylon o Poirot pero no sitúen personajes, actitudes, tratamientos y modas del siglo XXI como si fueran compartidos por las pioneras del feminismo en los albores del siglo XX.

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