FICHA

Título original: Don Baldomero y su gente
Título en España: Don Baldomero y su gente
Temporadas: 1 (13 episodios).
Duración episodio: 30 minutos.
Año: 1982
Temática: Comedia.
Subgénero: Familiar.
Resumen: Un noble venido a menos y su mayordomo se instalan en un buhardilla con unos amigos de su hijo y les proponen que simulen un secuestro para que su yerno (que acaba de enriquecerse mediante una herencia) pague el rescate. Deciden formar una comuna hippy en la propiedad familiar.
Protagonistas: Luis Escobar, Ángela Capilla, Concha Cuetos, Carlos Lucena, Josep Maria Pou, Manuel Alexandre, Fernando Hilbeck, Fedra Lorente, José Luis Sanz, Francisco Vidal,
Lo mejor: La absurdo de la historia.
Lo peor
: Que la historia es demasiado absurda.
Lo más curioso
: Fue un intento de “estirar” el éxito de La Escopeta Nacional.
¿Cómo verlo?: En Televisión a la Carta de TVE1.

Puntuación: 6

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Lo mínimo que puede decirse sobre DON BALDOMERO Y SU GENTE

En 1982, la “transición” política se había cerrado (en falso, pero se había cerrado). Sólo quedaba la victoria socialista para confirmarlo. El 23 de febrero de 1981, pareció que se cerraba definitivamente una etapa, alejándose por completo los riesgos “involucionistas”. Las tensiones políticas no disminuyeron, sin embargo. El partido que gestionaba el poder, UCD, empezó a desmoronarse interiormente. ETA inició una escalada terrorista de intensidad creciente hasta el año 92. La inquietud seguía presente en la sociedad.

La emisión de Don Baldomero y su gente se inició cuando los cañones empezaban a tronas en las Malvinas y en España se preparaba para incorporarse a la OTAN, Murcia y La Rioja habían alcanzado su “sueño histórico” de tener un Estatuto de Autonomía en el “café para todos” y en el Mundial de España la selección italiana de fútbol se hacía con la copa… Pero algo había cambiado también en televisión: los actores seguían siendo excepcionales, pero los guiones –como si las convulsiones de la época les hubieran desorientado- ya no estaban a la altura. Don Baldomero y su gente, es una de esas series históricas en las que el talento que nuestros guionistas habían demostrado en épocas en los que la libertad de expresión estaba recortada, parecía estar extinguiéndose.

Don Baldomero y su gente fue una de esas series oportunistas que siguen al gran éxito cinematográfico de aquellos años, La escopeta nacional (1978), con sus secuelas: Patrimonio Nacional (1981) y Patrimonio Nacional III (1982). En aquellas películas, Luis Escobar Kirpatrick, realmente Marqués de las Marismas del Guadalquivir, ejercía de ficticio Marqués de Leguineche. La vida de Escobar fue la de un fuera de serie. En su juventud, no solamente fue aristócrata, sino también uno de los más destacados activistas monárquicos alfonsinos. Director y propietario del diario La Época (que se vendía con el título de “el diario más caro de Madrid”, mantenía posturas fascistas. Todavía se recuerda una carta que le escribió José Antonio Primo de Rivera, desde la cárcel en la que se le llamaba feo, estafador, vil y mentiroso. El fundador de Falange no llegó a enviarla, pero fue publicada en los años 80. Su hermano fue el Marqués de Valdeiglesias y, en 1938 fue nombrado Jefe de la Sección de Teatro de la Jefatura de Propaganda del Ministerio del Inferior del primer gobierno de Franco. Luego fundaría la Compañía de Teatro Nacional de FET y de las JONS que se transformaría en el Teatro Español de Madrid. Aristócrata galdosiano, perpetuamente soltero, escribió comedias, ejerció como director teatral y administró teatros madrileños. Su nombre está indisolublemente unido al teatro de la postguerra. Luego su nombre se oscureció hasta que empezó a autoparodiarse como aristócrata venido a menos en La Escopeta Nacional. En esa época aceptaba cualquier papel que le dieran, incluso aquellos que desmerecían su brillante carrera anterior (su presencia en El Cid Cabreador en 1983, es, simplemente, bochornosa e indigna de su calidad y prestigio).

Luis Escobar es Don Baldomero y, una vez más ejerce de sí mismo: aristócrata venido a menos que trata de comprender, integrarse y sobrevivir en unos tiempos que, además de no ser los suyos, son confusos y extraños. Junto a él actúan otros actores igualmente prestigiosos a los que esperaría un futuro esplendoroso: Concha Cuetos, José María Pou, Manolo Aleixandre, Fedra Lorente, Fernando Hilbeck, Isabel Mestres. Así pues, en lo que se refiere a las interpretaciones, estamos rondando el notable. Lamentablemente, no puede decirse lo mismo del guión.

Don Baldomero, acuciado por las deudas y la falta de liquidez, va junto con su mayordomo a visitar a instalar una “escuela de mayordomos” en Madrid, con el dinero que ha podido ahorrar el propio mayordomo. Conocen a una pareja joven compuesta por un periodista joven y  una fotógrafa. A todo esto, su yerno a heredado una cuantiosísima fortuna de un familiar norteamericano fallecido y Don Baldomero trama el simular un secuestro, ayudado por la pareja que ha conocido, para cobrar un rescate a su yerno. La locura termina en una comuna hippie constituida por estos personajes en el palacio solariego…

Como puede verse, estamos más cerca de la astracanada que de la comedia de humor. El guión es enloquecido, más absurdo que surrealista, sin pies ni cabeza. Subsisten eso sí, algunos destellos de humor (juegos de palabras, pequeños gags), pero, en general, la serie no rebasa el aprobado. Uno de los elementos que contribuyen a hacer infumable la serie es la música de apertura que, se convierte en machacona, poco imaginativa y cargante. Ni siquiera el propio Escobar se siente visiblemente cómodo y su actuación desmerece la que había realizado antes en La Escopeta Nacional. En efecto, su experiencia teatral le indicaba perfectamente lo que era un buen guión o un guión mediocre.

Otro problema de la serie es que parece haber llegado con 15 años de retraso. En 1982, los hippis eran ya un arcaísmo, no solamente en los EEUU, sino también en España. Prácticamente, el fenómeno estaba extinguido desde 1968. La serie llegaba, pues, demasiado tarde y era otro de los elementos que confirmaban la existencia de un guión poco elaborado. También es cierto que las exigencias del público iban menguando.  Casi sin solución de continuidad, el cine de “arte y ensayo” que alcanzó cierto relieve a finales de los 60 y durante la primera mitad de los 70, fue sustituido por el “cine del destape” que alcanzó proporciones masivas a partir de entonces y hasta la finalización de la transición. Este cine era la confirmación de que el espectador pedía que se rebajara el listón. TVE lo rebajó con esta serie.

Verla a 35 años de su estreno tiene interés, especialmente para recordar a Escobar y cómo eran algunos de los actores que luego –incluso hasta hoy- han ido apareciendo continuamente en las series y en el teatro posterior, hasta nuestros días. Sirve también para compararlas con otras series que se habían hecho inmediatamente antes y que estaban más elaboradas, por mucho que el umbral de lo que se podía o no decir fuera inferior.

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