FICHA

Título original: Revenge
Título en España: Revenge
Temporadas: 4 temporada (89 episodios)
Duración episodio: 40 minutos.
Año: 2011-2015
Temática: Drama.
Subgénero: Intriga.
Resumen: Los Hampton tienen una nueva vecina que ha venido para vengarse de los que veinte años antes causaron la muerte de su padre acusándolo injustamente de todo tipo de delitos y provocando su muerte en la cárcel. Ella misma fue encerrada en un correccional, pero tras llegar a la mayoría de edad se vio propietaria de una fortuna que su padre había ocultado y que le facilitará su venganza.                                         .
Protagonistas: Emily VanCamp, Madeleine Stowe, Gabriel Mann, Henry Czerny, Ashley Madekwe, Nick Wechsler, Josh Bowman, Christa B. Allen, Connor Paolo, Margarita Levieva, Dilshad Vadsaria, Amber Valletta, Barry Sloane, Wendy Crewson.
Lo mejor: La primera temporada.
Lo peor
: La excesiva extensión de la serie que le hizo dilapidar el capital alcanzando en la primera temporada.
Lo más curioso: Es una reactualización del viejo tema de Dumas, El Conde de Montecristo.
¿Cómo verlo?: En Netflix.

Puntuación: 6,5

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Lo mínimo que puede decirse sobre REVENGE

Series como House o Perry Mason podían durar hasta el infinito porque siempre hay variaciones sobre el tema de las enfermedades o sobre la criminalidad e incluso, a medida que pasa el tiempo van saliendo nuevas dolencias y formas de criminalidad siempre actualizadas. En cambio, una venganza –que es de lo que va esta serie- es un plato que se sirve frío, pero no dura un tiempo ilimitado. Es el problema que tiene esta serie que la venganza de la desconocida se prolonga a lo largo de 89 entregas. ¿Podemos imaginar al Conde de Montecristo urdiendo conspiraciones a diestro y siniestro hasta el infinito? Tal es el problema de la serie: después de un comienzo prometedor, después de llegar al clímax en la primera temporada, la serie se va deshinchando poco a poco, hasta converger, más que con la novela de Dumas que, en el fondo era el modelo para el guión, en un Dallas, Dinastía o Falcon Crest: gente forrada de pasta, con mala uva y ganas de ajustar las cuentas con quien se le ponga por medio.

El inicio de Revenge no puede ser más prometedor: una familia feliz vive en Los Hamptons, tienen todo lo que puede aspirar una familia de la franja más alta de la clase media, de la que puede esperarse que en poco tiempo ascienda a la pequeña élite de la aristocracia económica. Sin embargo, un buen día, el padre es detenido, procesado por terrorismo y alta traición y condenado a un largo período de cárcel. La hija que apenas tenía cinco o seis años en aquellos momentos, no puede olvidar aquel instante en el que se torció su vida. Ella misma fue encerrada en un correccional hasta que alcanzó la mayoría de edad y pudo salir. Fue entonces cuando supo que parte de la fortuna de su padre, que no había sido localizada por el FBI, se invirtió en una empresa de éxito de la que ahora es heredera. Los recuerdos, los largos tiempos de ocio, el resentimiento acumulado le inducen a volver con otro nombre a Los Hamptons y poner en práctica su maquiavélico plan de venganza que, en general, puede ser considerado como un “aquí no se salva ni Dios”. De una forma u otra, en efecto, va destruyendo prestigio, familias, fortunas y vidas de todos los que tuvieron algo que ver en las falsas acusaciones que cayeron contra su padre e incluso de aquellos que, siendo amigos suyos, no pusieron energía ni interés suficiente en defenderlo.

El planteamiento inicial es bueno y su origen claro. Incluso su creador Mike Kelley, reconoció que la trama está inspirada en la famosa novela de Alejandro Dumas. Ese tipo de argumentos siempre satisface a un público de lo más amplio: a fin de cuentas de lo que trata es de resarcir a la víctima, no por la vía de la aplicación de las leyes, sino tomándose la justicia por su mano. ¿Quién no habrá tenido en alguna ocasión el deseo de vengarse de alguien que le ha hecho daño a él o a su familia? Sin embargo, hay que reconocer que, más allá de ciertos límites, la venganza, de ser algo comprensible e incluso natural, se convierte en enfermizo al encapsularse como obsesión. Incluso hasta llegar a  este extremo (al que Dumas no llega) la trama podía ser interesante. Pero también aquí existe un límite: si la obsesión se estira mucho llega un momento en el que la trama se rompe, se vuelve reiterativa, empiezan las incoherencias en el guión, es necesario introducir más y más personajes nuevos, el riesgo de que la protagonista sea descubierta en sus intrigas se vuelve casi inevitable y, cuando se llega al episodio 50, prácticamente nadie se acuerda del origen de ese deseo irrefrenable de venganza. La misma protagonista deja de ser una chica encantadora que busca reparación al daño que le han hecho, para convertirse en una chalada psicópata con ganas de fastidiar.

Dejando aparte que la serie debería de haber terminado al concluir la primera temporada (que tiene el formato culebrón, con 22 episodios) y que todo lo que se añadió después era sobrante o, simplemente, reiterativo, en esos primeros episodios el interés, la intriga, el suspense y la intensidad están presentes en dosis aceptables. La protagonista de la serie es “Emily Thorne” (Emily VanCamp) que cumple perfectamente su papel de chica joven de buen ver con un doble rostro, angelical para unos y siniestro cuando pone en marcha sus conspiraciones. La “mala”, su contrapartida, es “Victoria Grayson” (Madeleine Stowe) que en su tiempo ejerció como amante del padre de “Emily” y al que traicionó finalmente. Ella, millonaria ociosa y frívola, es el objetivo principal de la venganza de la recién llegada. Cabe decir que Emily VanCamp, a pesar de su juventud –tenía 25 años cuando empezó a rodarse la serie- disponía de una amplia experiencia cinematográfica: la primera vez que apareció en televisión fue en la serie Everwood. A continuación lo hizo en otras series menores que no se han estrenado en España. También estuvo presente como co-protagonista en algún episodio de Ley y Orden y en Ben Hur (2010). Madeleine Stowe, por su parte, es otro rostro suficientemente conocido por los amantes del cine. La vimos en el reparto de El ejército de los 12 Monos (1995), Two Jakes (1990), El último Mohicano (1992) o La hija del general (1999) y la televisión nos ha recordado en múltiples ocasiones su rostro desde aquella primera aparición en 1978 en uno de los episodios de Baretta, hasta 2016 cuando estuvo presente en 12 Monos.

Se trata de una serie muy luminosa, grabada en buena medida en exteriores y, desde el punto de vista técnico correcta. Las dos protagonistas cumplen con creces en sus roles y la serie está repleta de secundarios que aspiran algún día a llegar al estrellato. Pero la extensión excesiva de la trama hace que de una serie de intriga derive en un culebrón kilométrico que se va apagando y retorciendo episodio tras episodio.

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