FICHA

Título original: Ozark.
Título en España: Ozark.
Temporadas: 1 (10 episodios).
Duración episodio: 60-80 minutos .
Año: 2017
Temática: Thriller.
Subgénero: Droga.
Resumen: El protagonista lava dinero negro para un cartel mexicano de la droga; su socio ayudado por otros colaboradores ha robado algunos millones de dólares y el protagonista se ve obligado a abandonar Chicago e instalarse con su familia en el valle de Ozark para seguir trabajando para el cartel, inmediatamente antes de que estallen problemas en la convivencia con su esposa.
Protagonistas: Jason Bateman, Laura Linney, Sofia Hublitz, Skylar Gaertner, Jason Butler Harner, Anthony Collins, Carson Holmes, Marc Menchaca, McKinley Belcher III, Kevin L. Johnson, Michael Tourek, Dirk Allison, Joseph Melendez, Esai Morales, Robert C. Treveiler, Evan George Vourazeris,
Lo mejor: el pluriempleo de Jason Bateman en la serie.
Lo peor
: ciertas similitudes con Breking Bad.
Lo más curioso: es la primera vez que Jason Bateman protagoniza una serie que no sea estrictamente cómica
¿Cómo verlo?: En Netflix.

Puntuación: 7

PROMO – 1 (subtitulado en castellano)

PROMO – 2 (subtitulado en castellano)

PROMO – 3 (subtitulado en inglés)

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Lo mínimo que puede decirse sobre OZARK

El 21 de julio de 2017, Netflix estrenó la serie que va a ser el buque insignia de la plataforma durante el verano: los abonados pueden empezar a degustar esta nueva serie con la seguridad de que marcará el límite máximo de calidad hasta que lleguen los estrenos de otoño. La serie nos lleva a un lugar entre salvaje y paradisíaco: el valle de Ozark, situado a unos centenares de  kilómetros de Chicago y de la región de los Grandes Lagos. Nos habla del narcotráfico y de un tipo que no había nacido para lavar dinero negro y, mucho menos, dinero propiedad de un cartel mexicano. La serie es de las que se pueden recomendar a un público muy amplio: no en vano es una serie diseñada para consumo familiar y veraniego. Lo tiene todo: intriga, tensión, drama, toques de comedia, buenos, malos, gays, héteros…

La serie nos muestra a Martin “Marty” Byrde, un ejecutivo y analista de inversiones asociado con otro amigo y propietarios de una empresa que, además de inversiones, se dedica a lavar dinero procedente del narcotráfico. Ambos lo saben y no les importa: la posibilidad de obtener buenos beneficios es, a fin de cuentas, lo que importa. Sin embargo, la ambición lo puede todo y el socio de “Marty”, ayudado por otros colaboradores, logra estafar al cartel de la droga 8.000.000 de dólares. Obviamente, la venganza de los narcotraficantes es terrible y llega justo en el momento en el que “Marty” descubre la infidelidad de su esposa. Obligados por el cartel, la familia abandona Chicago y se instala en el Valle de Ozark, una zona lacustre desde donde se ve obligado a seguir lavando dinero del narcotráfico.

Lo que encuentran en Ozark es muy diferente a lo que han abandonado en Chicago: allí las posibilidades de lavar dinero son mucho más reducidas y, al mismo tiempo, más evidentes. Además, todos sus intentos chocan con la influencia que una familia local, dedicada a la elaboración de heroína y a su distribución, que solamente aspira a que nada cambie en Ozark. La figura, aparentemente inocua de un predicador iluminado que sobrevivió a unos disparos y “vio a Dios”, termina por complicar la situación. De todas formas, logran comprar y poner en marcha algunos negocios para lavar las cantidades exigidas por el cártel y eso les pone en contacto con la comunidad local, hecha de gentes simples, sencillas y delincuentes de baja cota. Sin embargo, la familia es seguida desde su salida de Chicago por un par de atrabiliarios agentes del FBI.

Con estos elementos, la serie arranca en los dos primeros episodios y logra capturar la atención y el interés del espectador. Cada uno de los miembros de la familia (matrimonio y dos hijos adolescentes) tienen una personalidad propia y un protagonismo perfectamente justificado por el desarrollo de la trama. Van apareciendo en cada episodio personajes nuevos que se integran en la acción, enriqueciéndola y complicándola. E incluso aparece por primera vez la imagen del agente especial del FBI gay que no deja de ser un guiño tan cómico como dramático (y que viene a propósito de las sospechas de homosexualidad de Edward Hoover, del que siempre se dijo que era gay a pesar de que la institución lo negara reiteradamente).

No hay que olvidar que el alma de la serie es Jason Bateman cuya carrera en televisión se inició como “James Cooper”, uno de los huérfanos adoptados por la “familia Ingalls”, protagonistas de La Casa de la Pradera. Desde entonces ha llovido mucho y Bateman ha optado habitualmente por protagonizar series cómicas, de la que la más celebrada últimamente es, sin duda, Arrested Development, en donde interpretó a “Michael Bluth”, el hermano serio de la familia. Los papeles cómicos han sido habituales en Bateman hasta el punto de que cierta prensa comentó, antes de la emisión de Ozark, si no estaría intentando ser un pez fuera del agua en una serie dramática. Bateman, es un factótum en esta serie: además de protagonizarla, dirige algún episodio y es el productor ejecutivo. Así pues hay que atribuirle a él buena parte del resultado final que nos parece sumamente positivo e interesante.

A pesar de ser una serie original, algunos elementos remiten constantemente a Breaking Bad. En ambos casos nos encontramos con la figura de la persona que no ha tenido una habitual carrera como delincuente y que, en un momento dado de su vida, se ve obligado por las circunstancias a conocer un medio que no es el suyo. En ambos casos, el protagonista sobrevive y en ambos también, su familia ocupa un lugar destacado en la trama. Por lo demás, ambas series tienen como trasfondo el mundo de la droga.

Laura Linney, encarna a la esposa de “Marty”. Recientemente la hemos visto en la miniserie de HBO, John Adams y es un rostro suficientemente conocido en la televisión habiendo aparecido en series tan diferentes como Frasier o Law & Order. No se limita a ser una amantísima esposa, ocasionalmente infiel, sino que además tiene iniciativas que contribuyen a reciclar el dinero negro de la droga y, a medida que va avanzando la serie, gana en protagonismo.

Julia Gardner, actriz de 23 años, encarna a una joven adolescente, pequeña delincuente local, que queda vinculada a “Marty” y su entorno familiar. Es una especie de niña siniestra capaz de urdir los planes más abracadabrantes para acabar con “Marty”. Procede de un entorno familiar desestructurado¡a formado por paletos agresivos y borrachines del que quiere huir como sea. La vimos en algunos episodios de The Americans (2015). Es, seguramente, uno de los personajes más siniestros que recorren esta serie.

Un tema interesante de la serie son los iconos propuestos en cada episodio. La O de Ozark aparece dividida en cuatro cuarteles en cada uno de los cuales aparece un icono que nos indica los temas de los que va a tratar el episodio, una especie de resumen nemotécnico.

La serie también sirve como radiografía de los EEUU posterior a la gran crisis de 2007. A lo largo de sus 10 episodios aparecen en muchas ocasiones referencias económicas y sociológicas a la situación que viven los EEUU y que figuran entre lo más interesante de la serie: el propio hijo del matrimonio protagonista, se niega a firmar una declaración escolar de lucha contra las drogas al alegar -con razón, por cierto- que el dinero procedente del narcotráfico fue lo que evitó en 2008 el colapso del sistema bancario norteamericano al ser los narcodólares depositados (y blanqueados) el único efectivo en cantidades suficientes para paliar la ausencia de efectivo que había generado el aumento de la burbuja financiera. Por otra parte, en esta, como en otras series, desde True Detective hasta Hung situada en el Detroit arrasado por la crisis, pasando por Treme que nos muestra a la Nueva Orleans destruida por el Katrina hasta llegara Bored to Head y otras muchas series emitidas en los últimos tres años, la imagen que nos llevamos de los EEUU es de que alberga en su interior gigantescas bolsas que evocan más al Tercer Mundo y al subdesarrollo que al «país más poderoso del mundo bendecido por Dios».

Hay un momento en la serie que vale la pena ver: la introducción del primer episodio en donde la voz en off de “Marty” explica la situación de los EEUU tras la crisis de 2007 y su particular versión de lo que es el lavado de dinero, en qué consiste y cómo realizarlo. Son menos de 3 minutos, lo justo para advertir la importancia del tema que se está tratando: el dinero. Es el verdadero paradigma de la serie. No se lo pierdan.

Al norteamericano no le gusta ser considerado como un «paleto». La palabra y el concepto, así como los personajes típicamente «paletos», recorren transversalmente esta serie: de hecho, «Marty» se las tiene que ver diariamente con los paletos de la zona de Ozark… a los que, por cierto, como verán tienen la fuerza suficientemente demoledora como para que no les recuerden su condición.

Tanto en esta como en otras series procedentes de los EEUU, el mensaje que se pretende transmitir -o al menos uno de ellos- es que «la familia es la salvación»: cuando no hay nada seguro, nada sólido, nada que merezca ser respetado o que se mantenga en pie, el individuo solamente puede contar con la familia para lograr sobrevivir en una selva cada vez más hostil. La misma familia que protagoniza la serie logra salir adelante, precisamente, porque, a pesar de sus diferencias, de las tensiones, de las orientaciones contradictorias de cada uno de sus miembros, incluso a pesar de las infidelidades, la familia se mantiene unida. Solamente en los casos en los que la familia se rompe y sus miembros rivalizan entre ellos, cada uno de los miembros de esa célula sufren destinos adversos. El mensaje es pues claro: hagas lo que hagas, no busques ni el apoyo del Estado, ni el apoyo de la policía: busca apoyo en tu familia.

Técnicamente, al serie está perfectamente elaborada: los escenarios naturales en los que se ha filmado (que no son precisamente los que corresponden al valle de Ozark, sino a una zona limítrofe en el mismo Estado de Missouri) son espectaculares. El movimiento de la cámara y algunas escenas, sorprendentes. Los filtros han dado una tonalidad firme a las escenas que se corresponde muy bien con el dramatismo de la serie. Y, para colmo, algunos efectos especiales (prudentemente distribuidos y de los que la serie no abusa en absoluto), añaden dramatismo y sorpresa: recuérdese la caída del amante de la protagonista desde un piso elevado o un par de atropellos que ocurren en la serie. A los guionistas hay que agradecerles giros en ocasiones sorprendentes para todos, que cambian bruscamente la orientación de la trama y el destino de los personajes. El último episodio abunda en estos giros.

Ah, por supuesto, quedan los cabos libres suficientes como para justificar una segunda temporada que, sin duda, se anunciará al concluir la emisión de esta primera y a la vista de los resultados comerciales que, en principio, todo induce a pensar que serán buenos. Es una serie que todavía dará mucho de sí.

 

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