FICHA
Título original: Law & Order: Trial by jury
Título en España: Ley y Orden: Juicio con jurado
Temporadas: 1 (13 episodios)
Duración episodio: 60 minutos.
Año: 2005
Temática: Drama.
Subgénero: Policíaca.
Resumen: Secuela de Ley y Orden, dedicada especialmente a lo que sigue a la detención de los sospechosos de haber participado en un crimen: la vista oral, la selección del jurado, la preparación del juicio, la acusación y el propio juicio
Protagonistas: Amy Carlson, Bebe Neuwirth, Kirk Acevedo, Thomas Daniel, Jessica Chastain, Fred Dalton Thompson, Scott Cohen, Seth Gilliam, Candice Bergen, Jerry Orbach, Aasif Mandvi, Nicholas Webber, Carey Lowell, Jessica Leccia, Rebecca Mader, Suzette Gunn, Rosa Arredondo, Sam Waterston, Jill Flint, Lindsey Kraft, Peter Coyote.
Lo mejor: puede verse de manera realista el funcionamiento del sistema judicial americano.
Lo peor: tanto realismo suscitaba perplejidad y escepticismo especialmente para el espectador norteamericano.
Alguna curiosidad: inicialmente, la serie fue “suspendida”, no “cancelada” y se barajó la posibilidad de volver a reemprenderla en otro momento. Lo cual no ha ocurrido hasta ahora.
¿Cómo verlo?: puede “bajarse” mediante programas P2P en versión original. Algunos episodios están presentes en youTube. No ha sido emitido en España.
Puntuación: 6,5
PROMO (en inglés)
VER SERIE
WEB OFICIAL
Comprar DVD en Amazon (no está a la venta)
Lo mínimo que puede decirse sobre LEY Y ORDEN, JUICIO CON JURADO
Dick Wolf, creador de la franquicia Ley y Orden, quiso completar la perspectiva que estaba ofreciendo sobre el delito, la tipología criminal y el proceso de resolución de los crímenes, introduciendo una nueva pieza en la franquicia: sabemos cómo se producen los investigaciones de los distintos tipos de delitos, conoceos, igualmente, los grandes sectores sociales que los protagonizan, quedaba solamente por saber qué ocurría después de la detención y cómo se afrontaban los juicios contra los imputados. Tal era la función de esta nueva secuela de la franquicia: los acusados ante sus procesos.
Si de lo que se trataba era de garantizar que los acusados tenían un “juicio justo”, y de tranquilizar, por tanto, a la sociedad norteamericana, el resultado no fue el esperado. Al público norteamericano no le gustó el saber que su sistema judicial, ese que consideraba como el más democrático posible, simplemente tenía tales carencias que era, cualquier cosa menos justo. Ese tipo de cosas es lo que no les gusta recordar a los norteamericanos y lo que esta serie echaba sobre sus conciencias. De ahí su fracaso.
De la serie apenas se grabó una temporada y no todos los episodios se emitieron. Luego se canceló. El problema era que una minoría activa de espectadores se había identificado con la serie y reconocía que estaba poniendo el dedo en la llaga. De ahí surgió un movimiento de protesta que, por lo demás, conectaba con las intenciones del creador de la franquicia. Así pues, a poco de haberse “cancelado”, las autoridades de la NBC cambiaron el tratamiento: la palabra “cancelado” fue sustituida por la mucho más ambigua “suspendida”, dado la posibilidad de que en un futuro más o próximo volviera a reanudarse la emisión. Era una forma de ganar tiempo y procurar que se calmase la tormenta. Nadie tenía –salvo Dick Wolf, su padre, y un pequeño grupo de seguidores, la intención de mantener una serie tan crítica con el sistema judicial norteamericano.
La realidad es que la serie tampoco destacaba por sus valores narrativos: exponía lo que era el sistema judicial, pero éste no está hecho para ser contado por televisión (al menos, si se quiere ser fiel a su realidad). La presentación de los abogados, la selección del jurado, la presentación del caso, la lectura de los cargos, la reconstrucción de los hechos, etc, etc, pueden llegar a ser cansinos, salvo que uno no pretenda realizar una serie “de abogados” con poca relación con la realidad, estilo Perry Mason. Cada episodio de la serie se iniciaba con estas palabras: “En el sistema de justicia criminal, todos los acusados son inocentes hasta que se demuestre lo contrario, ya sea mediante la confesión, acuerdo con el fiscal, o un juicio por jurado. Este es uno de esos ensayos”…
Otro problema: los actores. En general, las series de la franquicia Law & Order han tenido un particular cuidado en seleccionar a los protagonistas de sus distinto productos. Pero en esta, dio la sensación de que se había descuidado el casting. Ni los personajes parecían sentirse cómodos en sus papeles, ni estos, en realidad, eran cómodos para ellos. La acción policial, que había caracterizado a esta franquicia desde el producto matriz, se caracterizaba por tomas breve, ritmo trepidante, cambios continuos de escenario e incluso repaso turístico de la ciudad de los rascacielos, sin embargo en esta variante judicial, todo resultaba demasiado rígido, estático y encorsetado.
Los protagonistas eran “Tracey Kibre” (Bebe Neuwirth) como jefa de la oficina de homicidios de Manhattan, más dura que el pedernal y más previsible que un reloj suizo, “Amy Carlson” (Kally Gaffnet), su subordinada y siempre en polémica con ella; “Hector Salazar” (Kirk Acevedo) es el “duro” de la serie, el investigador al servicio del tribunal, junto con “Lennie Briscoe” (Jerry Orbach que falleció mientras se rodaba la seire), “Arthur Branch” (Fred Tohomsom) oficia de implacable fiscal y “Chris Raell” (Scott Cohen) de juez del tribunal que, de tanto, en tanto, se turna con “Amanda Anderlee”, la otra juez encarnada por Candice Bergen.
La combinación no funcionó y el último episodio filmado ni siquiera pudo ser emitido. La serie no murió por falta de audiencia, sino por la desconfianza que generaba entre el público ante el aparato de justicia. Mas de diez millones de espectadores vieron los episodios de la serie. Otros tantos la consideraron “antinorteamericana”