FICHA

Título original: El final de la comedia.
Título en España: El final de la comedia.
Temporadas: 2 (12 episodios).
Duración episodio: 22 minutos.
Año: 2014
Temática: Comedia.
Subgénero: Monóloguista.
Resumen: Un monologuista debe afrontar su duro día a día: el monologuista y el personaje real entran en contraste en el escenario y en la vida cotidina.
Actores principales: Ignatius Farray, Javier Botet, Iggy Rubin, Rocío León, Eva Llorach, Saida Benzal.
Lo mejor: las actuaciones de Ignatius Farray como monologuista.
Lo peor
: la serie se parece a otras anteriores llegas de EEUU.
¿Cómo verlo?: Emitida por Comedy Central, puede verse en el enlace indicado.

Puntuación: 6

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Lo mínimo que puede decirse sobre EL FIN DE LA COMEDIA

No era la primera vez que un monologuista realizaba una serie en la que apareciera su vida personal. A fin de cuentas, Seinfeld era eso hace treinta años y Crashing lo es ahora. De todas formas, no es de Seinfeld de donde toma su inspiración El fin de la comedia sino de Louie (2010-2015) en la que un comediante da una versión de sí mismo. Se dice que existe tristeza en el fondo de todos los payasos e idéntica parece ser la situación de los cómicos y monologuistas de nuestros días. Sus vidas no parecen ser un regalo: “Louie” está divorciado y cría a sus dos hijas en una ciudad particularmente hostil, Nueva York. La serie fue original porque alternaba escenas de la vida cotidiana del cómico con fragmentos de actuaciones en vivo y en directo. Se trataba de un formato inédito que fue muy apreciado por la crítica y que se aprovechó para construir El fin de la comedia.

Una serie de este tipo, obviamente, depende del protagonista. En este caso, el factótum es Ignatius Farray. Para los que no lo conozcan físicamente, podemos describirlo con las mismas palabras que utilizó él mismo para hacerlo, justificando el porqué del seudónimo (en realidad se llama Juan Ignacio Delgado Alemany): un profesor de música le llamaba así en el instituto; decía que le recordaba al personaje de La conjura de los necios, el primer libro que leí entonces y que me encantó”. Y, en realidad, es así: quien esto escribe estuvo pensando en su momento a quién se parecía Ignatius Farray y debo reconocer que su asimilación con el protagonista de la novela de John Jennedy, “Ignatiu Reilly”, le viene como un guante. Farray, después de cursar periodismo se trasladó a Londres familiarizándose con la actuación “stand-up” (lo que aquí se llaman monologos). Volvió a España, apareció en el programa Nuevos Cómicos del Paramount Comedy y colaboró en distintos programas de humor, entre ellos Muchachada Nui, La hora chanante y Museo Coconut.

La serie contó con la presencia de cómicos suficientemente conocidos que lo apoyaron: desde Javier Cansado, hasta Joaquín Reyes, participando esporádicamente en las entregas. En su conjunto, la serie podría ser definida como “humor alternativo”, mucho más que como “humor inteligente”. Hará reír, especialmente, a los que les guste el humor de Farray, que tiene también sus detractores, gente a la que deja indiferente o que simplemente aburre. Pedante fue uno de los adjetivos que más se repitieron en las críticas.

Por otra parte, la dicotomía entre “Ignatius” en la pasarela y “Nacho” en la vida real, no siempre eran acertadas, la desproporción excesiva, algunos gags no estaban suficientemente bien logrados. Después de todo, la serie no era tan innovadora como parecía, el equipo de Muchachada Nui ha ido por senderos muy parecidos y los precedentes llegados de Hollywood están ahí para recordar que lo más original era el carácter que le imprimía a la serie Ignatius Farray. Decir que un humor es “irrespetuoso” no es decir gran cosa: lo irrespetuoso está en la médula de la sociedad (irrespetuoso es, por ejemplo, que te vendan un “preparado de carne” en los supermercados que contiene elementos muy diferentes a lo que buscábamos o tetrabriks de zumos que parecen albergar apenas un rastro del fruto que nos ha llevado hasta él. Pero meterse con unos o con otros, realizar alusiones sexuales o lanzar insultos a diestro y siniestro, hoy, para bien o para mal, ya no son una novedad.

Para hacer digeribles chistes como éste que dice que la “expresión mal sonante hijos de puta, podría sustituirse por sobrinos de puta que resulta mucho más agradable”, puede tener efecto entre un público predispuesto y entregado, pero su efecto es, sin duda, menor entre otros que aspiran a otro tipo de humor, especialmente a quienes creen que se puede hacer humor sin recurrir necesariamente a lo soez. Con demasiada frecuencia “lo irrespetuoso” encubre cierto dudoso gusto. En HBO y Netflix hay decenas de cómicos norteamericanos “irrespetuosos” que compiten en el terreno de lo soez. A veces cansa. En otras -es el caso de Willy Toledo que aparece tangencialmente en esta serie- no se sabe cuando está más inspirado para la comedia: si cuando actúa o cuando se pone solemne y emite sus criterios políticos.

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