FICHA

Título original: Verano Azul.
Título en España: Verano Azul.
Temporadas: 1 (19 episodios).
Duración episodio: 60 minutos.
Año: 1981-1982
Temática: Tragicomedia.
Subgénero: Veraniega.
Resumen: seis adolescentes pasan sus vacaciones veraniegas en la localidad malagueña de Nerja, descubriendo el rostro del mundo y viéndolo con ojos de adolescentes. Establecerán una estrecha amistad con un pescador y una artista.
Actores principales: Antonio Ferrandis, María Garralón, Pilar Torres, Cristina Torres, Juanjo Artero, José Luis Fernández, Gerardo Garrido, Miguel Ángel Valero, Miguel Joven, Helga Liné.
Lo mejor:
uno de los mejores productos realizados por TVE para adolescentes.
Lo peor
: es el ejemplo de un tiempo que no volverá en el que todos éramos más ingenuos.
¿Cómo verlo?: Emitida por TVE, puede verse en el enlace que indicamos.

Puntuación: 7’5

CABECERA DE LA SERIE

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Lo mínimo que puede decirse sobre VERANO AZUL

Resultaría difícil explicar lo que supuso el estreno y los 19 episodios de ésta serie  en un momento en el que España y los españoles tenían múltiples motivos para preocuparse y un par de canales de televisión para satisfacer su tiempo de ocio.  El parque de vídeos empezaba a ser importante pero apenas existían videoclubs donde proveerse de cintas y ni siquiera estaba claro cuál de los tres sistemas que se disputaban el mercado saldría triunfador. El país quería reír, pero no podía evitar cierta amargura por cómo estaban yendo las cosas. La transición se daba por concluida e incluso se aludía a ella como “modélica”. Todos sabían que no era cierto, pero al menos, el que no hubiera estallado otra guerra civil era como para sentirse satisfecho. De ahí que fuera inevitable que en todas las manifestaciones televisivas de la época, por festivas y juveniles que fueran, estuviera siempre presente un elemento trágico. Verano Azul fue la quintaesencia de aquella época y sin duda por eso tiene ha conservado cierto interés.

Si ahora vemos esta serie –que se encuentra accesible en Television a la Carta de TVE- percibimos que ha envejecido mal. Se nos muestra como un producto de otro tiempo muy lejano. Era, en realidad, un producto ingenuo y abierto, en el que se sugería las posibilidades de comprensión entre tres generaciones: la de los abuelos (representada por “Xanquete”, Arturo Ferrandis, de una raza de actores de la que no quedan exponentes), la de los padres (que se resumía en el papel de María Garralón (“Juli”, una artista bohemia) y la de los hijos (representada por los seis adolescentes). La serie tendía a encarnar la doctrina de la transición: cualquier entendimiento es posible por buena voluntad que se ponga, no hay conflictos insuperables, ni situaciones insalvables, basta con ver las cosas con un punto de vista sosegado y amplio.  Si en nuestro país hubiera que buscar el arranque de la ideología “soft”, sin duda esta serie figuraría como arquetipo. Hoy esa doctrina está en entredicho y, si la serie volviera a emitirse en prime-time, su fracaso sería notorio.

Es significativo que salvo Juanjo Artero (“Javi” en la serie), ninguno de los que componían el pequeño grupo de adolescentes, han vuelto a aparecer en televisión. Ferrandis murió de muerte natural a los 79 años, pero su óbito televisivo en esta serie (el famoso grito “Xanquete ha muerto”, en aquella época igualó al que pocos años antes había anunciado Arias Navarro: “Españoles: Franco ha muerto”) dejó de él una indeleble impresión.

Algunos han sostenido que esta ha sido la mejor serie televisiva jamás filmada en España. Es difícil valorar productos que están segmentados por edades y que corresponden a tiempos concretos muy diferentes unos de otros. Fue una serie  ágil, bien concebida, con unos personajes de contornos perfectamente delimitados (incluso en sus papeles secundarios) y, sobre todo, extraordinariamente “positiva”: cualquier cosa puede realizarse si se actúa con comprensión, benevolencia, mano izquierda y decisión. Hoy sabemos que no es así: que ese mensaje no basta para salir adelante, ni a una persona, ni a un país, pero en 1981 creíamos que tenían por delante un futuro radiante y esta serie nos preparó para asumirlo. Hoy, vista con treinta y tantos años de distancia, puede parecer cursi, ramplona, y guay en el peor sentido de la palabra… Pero es que todos hemos cambiado.

El producto había surgido de la mente de Antonio Mercero, especialista en realizar series que gusten al público, sin excesivas complicaciones. Hubo un tiempo en el que Mercero había lanzado productos televisivos con intención crítica y mensajes subliminales crípticos: La cabina (1972) pertenecían a ese género, mezcla de terror y angustia. Daba la sensación de que su carrera discurriría por derroteros similares a Chicho Ibáñez Serrador (Historias para no dormir), pero luego vinieron las muy inofensivas Crónicas de un pueblo (1971-1974), las todavía más inofensivas Farmacia de Guardia o Manolito Gafotas (1999) y, por supuesto, Verano Azul. Mercero cruza hoy el desierto interior y sin retorno de un avanzado Alzheimer, pero todas estas series serán recordadas junto a su nombre, especialmente por la “generación de la transición”.

Quienes mejor aprovecharán su visionado serán los miembros de la generación que era adolescente cuando la vieron por primera vez. Es una serie que suscita inmediatamente el ejercicio de la nostalgia y la mirada hacia atrás, hacia el pasado, hasta la tortícolis.

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