FICHA

Titulo original: Cheers
Título en España: Cheers
Temporadas: 11 (270 episodios)
Duración episodio: 25 minutos
Año: 1982-1993
Temática: sit-com
Subgénero: humor
Resumen: Un bar de moda se convierte en el centro de reunión de una serie de personajes y camareros habituales que cuentan sus peripecias e interactúan de manera cómica y surrealista
 Actores principales: Ted Danson, Shelley Long, Kirstie Alley, Kelsey Grammer, Woody Harrelson,Nicholas Colasanto, Rhea Perlman, John Ratzenberger, George Wendt, Bebe Neuwirth
Lo mejor: familia son aquellos con los que bebes 
Lo peor: seres absurdos en un microcosmos banal
¿Cómo verlo?: Puede adquirirse en DVD o bien bajarse en versión original o en castellano a través de programas P2P. En youTube se pueden encontrar algunos episodios en inglés.

Puntuación: 7

INTRODUCCIÓN Y MÚSICA (1)

INTRODUCCIÓN Y MÚSICA (2)

UN GAG DE LA SERIE (EN CASTELLANO)

Lo mínimo que hay que saber sobre CHEERS

Cheers quiere decir algo así como “saludos” y se utiliza también para despedirse. Era también el nombre del bar de moda de Boston en donde transcurría la trama de esta sit-com que se convirtió en emblemática en los años 80 y logró sobrevivir once temporadas a pesar de acabar la primera, prácticamente desahuciada y en los últimos lugares en las audiencias. Se rehízo y fue la matriz para un nuevo lenguaje narrativo en las comedias de situación que posteriormente se utiliza en series de éxito como Dos hombres y medio (2003-2015) o Bing Bang Theory, sin olvidar Frasier o Becker (1998-2004) y, por supuesto, Friends (1994-2004).

EN LA CUNA DE LOS EEUU

Las tomas del exterior del pub que se ven en la presentación de la serie y brevemente en algún episodio, corresponden a un bar realmente existente, el Bull & Finch Pub, próximo al Public Garden de Boston. A la vista del éxito de la serie, el lugar se ve visitado por un millón de turistas al año y ha cambiado su nombre por el de Cheers Beacon Hill (está situado en el 84 de Bacon Street, esquina con Brimmer Street). Sin embargo, los episodios se rodaron casi íntegramente entre los decorados de un estudio que reproducía un pub ideal de la época.

La cadena NBC encargó un producto que pudiera interesar a un amplio espectro de público y que reprodujera los problemas y los intereses de las clases medias norteamericanas. Se trataba de que el americano medio se identificara con los protagonistas, los reconociera en su entorno y se viera a sí mismo. No es raro que la acción se ubicara en Boston, Massachussetts, la verdadera cuna de los EEUU y el foco originario de aquella nación. Mucho más tradicional que Nueva York, menos snob que Los Angeles, más serena que San Francisco y mucho más anglosajona que Miami, Boston era en los 80 el símbolo de la tradición norteamericana.

Vale la pena no olvidar que en aquellos años, la llegada de Reagan a la presidencia había revalorizado la “marca USA”. Aquel país volvía a tener confianza en sí mismo, perdida en las selvas del Vietnam, pisoteada por el empeachment presidencial de Nixon y por los sucesivos fracasos en política exterior, y en la que el sueño americano estaba en crisis desde la primera crisis del petróleo de 1973. Cheers y sus personajes eran –querían ser- el reflejo de esa América ingenua, despreocupada pero con valores, ansiosa por llevar la vida tranquila que buscaban los “padres fundadores” cuando llegaron a bordo del May Flower. Solo que los que entonces habían sido granjeros pacíficos que solamente querían libertad, ahora eran un cartero, un psiquiatra neurótico, unos camareros desmadrados, un propietario vacilón con las mujeres y un empleado con tiempo libre para conversar. Tal era el microcosmos de Cheers y su encuadre en la Norteamérica de los 80.

¿Y QUÉ NOS CONTABA CHEERS?

Por la barra del bar desfilaban todos los tipos que era posible encontrar en los EEUU. Algunos eran agradables, otros odiosos, unos repletos de buenas intenciones y los otros, simplemente, “listos” que pretendían aprovecharse. Los había desequilibrados y sensatos, estúpidos unos, tiernos otros. Todos se apoyaban en la barra, se sentaban en alguna de las mesas e interactuaban durante 25 minutos, al final de los cuales nos habían hecho sonreír (algunas veces explotar en carcajadas), a veces pensábamos a quién se parecía tal o cual personaje y, finalmente, todo se resolvía en la escena final. Y hasta el día siguiente en donde los mismos personajes harían lo mismo con idéntico resultado. Cheers nos contaba, simplemente, la vida. Lo que era la vida en un lugar del Primer Mundo en los años 80.

La serie era desigual. Empezó a medio gas y estuvo a punto de ser clausurada al término de la primera temporada cuando las audiencias demostraron que estaba en las profundidades de la clasificación. Los guionistas, una vez espoleados, remontaron poco a poco la serie que fue creciendo, más y más, hasta llegar a aquella octava temporada que dejaría su nombre inscrito en el cuadro de honor de las comedias de situación. Y todo gracias a no más de siete personajes fijos: el propietario del local, una camarera forzada y con ambiciones culturales, una camarera de raza, un camarero veterano que, al morir, fue sustituido por un joven alocado, el cartero y el contable. Se sumaría luego algún personaje más: el psiquiatra y su esposa, a cual más neurótico, la novia del propietario…

Cheers nos cuenta el día a día de todos ellos. Los personajes que van desfilando por la barra ayudan a aumentar la variedad de especímenes humanos que aparecen en busca de una cerveza, un whisky o una café. Algunos de los clientes eran personalidades relevantes de la política y de la sociedad norteamericana: por allí vimos al mismísimo alcalde de Boston y a conocidos políticos (Gary Hart, John Kerry, Michael Dukakis, Ethel Kennedy, el almirante Crowe, etc) algo nunca visto hasta entonces. También se multiplicó la presencia de actores notables y fue así como vimos como clientes ocasionales del pub a John Cleese, Emma Thomsom, Tom Berenger. Pero, lo mejor de todo, fue tras la barra de Cheers en donde actuó por primera vez como protagonista de teleserie Woody Harrelson que ya por entonces llamó la atención por sus ademanes de patán perdido en la gran ciudad, rol que repetiría una y otra vez. Harrelson sustituyó al veterano Nicholas Colosanto, fallecido durante la tercera temporada.

SPIN-OFF DIRECTOS E INDIRECTOS

Obviamente, la serie que siguió a Cheers, Frasier, derivó de uno de los personajes de la serie (el psiquiatra neurótico). La acción se trasladó al otro extremo de los EEUU, a Seattle y, que recordemos, de tanto en tanto era visitado por “Sam Malone” (el propietario de Cheers) o por el cartero y, acaso por el contable. Era el guiño de filiación genealógico del nuevo producto. Pero hubo otros intentos. The Tortellis (1987), por ejemplo, tiene como protagonista a “Carla Tortelli” (Rhea Perlman), la camarera. En el spin-off, se unía de nuevo a su ex mario. Pero la serie apenas duró trece episodios y fue cancelada por las protestas de la comunidad italo-americana que la acusó de utilizar arquetipos étnicos.

Las referencias a la serie realizadas en otras series han sido muchas, desde Los Simpson (1989-hoy) hasta Star-Trek, pasando por Cómo conocí a vuestra madre (2004-2015). Todo esto es muestra del impacto que tuvo en su momento y de la huella que ha dejado en la historia de las comedias de situación.

Vista con más de treinta años de perspectiva, la serie sigue manteniendo frescura, pero las comedias de situación que han venido detrás, le han hecho perder comicidad. En efecto, antes de Cheers, la comedias de situación eran pocas y no particularmente brillantes, al menos en los años 60 y 70. Con Cheers se recupera la comicidad de Te quiero Lucy, que parecía perdida desde finales de los 50. Con Cheers aparecen más personajes y entre todos ellos diluyen la comicidad que en la serie de Lucille Ball estaba concentrada en su personaje. En las sitcom que seguirán, se trata de que todos los personajes tengan dosis extremas de comicidad. Cada frase, cada situación, cada gesto, debe generar una sonrisa y, si es posible, una carcajada. Hoy, una comedia de situación sólo es tal cuando el público termina de verla con agujetas en la barriga. En el tiempo de Cheers, los guionistas todavía apretaban el freno y administraban la comicidad en pildorillas. Tales son las distintas etapas por las que ha atravesado el género.

Serie, pues, apta para quien desee conocer cómo eran las gentes de los EEUU en los ochenta. Producto que hará disfrutar a los adictos a las comedias de situación y les dirá como estaba el género hace más de treinta años. Los admiradores de Ted Danson y de Woody Harrelson podrán solazarse con sus interpretaciones. La serie resulta adictiva, especialmente a partir de su segunda temporada. Una advertencia: puede provocar efectos secundarios como la necesidad acuciante de visitar un pub en horas de trabajo.

 

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