FICHA
Titulo original: The Greatest American Hero
Título en España: El Gran Héroe Americano
Temporadas: 3 (44 episodios)
Duración episodio: 60 minutos
Año: 1981-1983
Temática: Ciencia ficción
Subgénero: Humor
Resumen: Un profesor de alumnos difíciles recibe de un extraterrestre un traje especial que le permite adquirir superpoderes y que utilizará para combatir el crimen y la delincuencia. Pero apenas logra manejar el traje.
Actores principales: William Katt, Robert Culp, Connie Sellecca, Michael Paré, Jesse D. Goins, Faye Grant, Don Cervantes, William Bogert, Edward Bell, Robby Weaver, Bob Hastings
Lo mejor: la torpeza del personaje.
Lo peor: que esa torpeza era extrema y no mejoraba.
¿Cómo verlo?: Puede bajarse a través de emule y de programas P2P y algunos episodios pueden verse en castellano y en inglés en youTube.
Puntuación: 6
EPISODIO PILOTO (EN CASTELLANO)
Lo mínimo que hay que saber sobre EL GRAN HÉROE AMERICANO
Los años 80 fueron pródigos en superhéroes. La saga de Supermán se afianzó, a finales de la década despuntó Batman. El Equipo A (1983-1987) o los protagonistas de V (1983-1985) se situaban en ese espacio intermedio en el que humanos y humanoides realizaban las mismas tareas a falta de super-héroes cualificados. Faltaba el héroe cómico, con las capacidad del super-héroe de la Marvel pero con las limitaciones del metepatas que conocemos todos. Y fue ese espacio el que ocupó durante tres años El Gran Héroe Americano.
EL TIEMPO EN QUE AMÉRICA VOLVIÓ A CREER EN SI MISMA
La década de los 60 fue dura para EEUU: empezó con el asesinato de un presidente, vio la inmersión progresiva en la guerra del Vietnam y una serie de problemas internos (racismo, lucha contra la delincuencia, contestación, contracultura). Peor iría en los años 70 cuando concluyo el período de bonanza económica que el país arrastraba desde 1943, se produjo el embargo del petróleo, la abolición del patrón oro, el inicio de la escalada de la deuda pública y la certificación de que la casilla de Vietnam se la había llevado el adversario. Sin olvidar a un presidente, Nixon, literalmente expulsado de su cargo. Cuando las elecciones presidenciales de 1980 llevaron a Reagan a la presidencia, el país estaba devastado moralmente: con los estudiantes islámicos reteniendo a algo más de un centenar de estudiantes en la embajada de Irán, los rusos separados a unos pocos cientos de kilómetros de los mares cálidos del Sur, después de haber invadido Afganistán y, para colmo, el sarpullido izquierdista extendiéndose desde Nicaragua a toda América Central, esto es, en el “patio trasero” de los EEUU. Llegó Reagan y en pocos años resolvió (al menos provisionalmente) todas estas cuestiones. Los EEUU volvieron a creer en sí mismos.
Pero Reagan aportó seguridad a partir de 1984, especialmente en su segundo mandato cuando quedó claro que la fortaleza soviética estaba siendo quebrada. En el período en el que se emitía El Gran Héroe Americano, muy pocos estaban convencidos de que aquel vaquero de Hollywood parachutado sobre la Casa Blanca, pudiera ser un gran presidente. No es raro que Stephen J. Cannel (que también crearía El Equipo A) optara por cristalizar el espíritu de la opinión pública en una personaje grotesco, que inopinadamente se había encontrado como poseedor de un “instrumento de poder” (el ridículo traje de marras que atribuía superpoderes a quien lo utilizara, que era como el maletín nuclear presidencial), pero que todavía precisaba de una confirmación (como la tuvo Reagan cuando la URSS empezó a desmoronarse). Era, pues, un “héroe en período de pruebas”.
UN RELATO CASI SURREALISTA
Hay un triángulo de protagonistas en esta serie que tiene en su vértice superior a “Ralf Hinkley”, profesor de educación especial. En tanto que tal, un buen día se va de excursión con su clase y en la noche ve una nave espacial. Un “hombre de negro” le ofrece un traje dotado de poderes especiales que el usuario podrá emplear para “salvar al mundo”. “Hinkley” que, entonces no tiene la más mínima vocación de redentor de la humanidad, está por entregar el traje al FBI, pero el agente que acaba de conocer, le convence de que sea él quien lo utilice. El traje, por supuesto, tiene un “manual de instrucciones” que se pierde a poco de iniciarse la trama, por lo que las capacidades paranormales que provee (invulnerabilidad, superfuerza, invisibilidad, telekinesia y un largo etcétera) las va descubriendo su desgraciado usuario poco a poco, incluso a trompicones.
En realidad, como super-héroes, “Hinkley”, es un perfecto inútil. Resulta difícil explicarse cómo alguien logra ser tan torpe en todas las escenas. Incluso en su aspecto físico, el traje fantástico le cae a su usuario como una patada en el escroto. Aún así, la serie tenía otros dos vértices. Uno de ellos era Robert Culp (que mantenía su fama desde los tiempos de Yo soy espía) que aparecía como el agente del FBI “Bill Maxwell”, que se situaba siempre al lado de “Hinkley”. El rostro de Culp, endurecido por los años y por el diseño de su papel, le conferían un aire chulesco y misógino, cabroncete y manipulador, completamente volcado en defensa de la ley y en la persecución de los malvados. “Hinkley” llegaba allí donde “Maxwell” no podía llegar.
Pero aún existía un tercer vértice, la amantísima novia de “Hinkley”, “Pam Davidson”, interpretado por Connie Sellecca (que luego asentaría su breve fama con un papel como protagonista en la serie Hotel (1983-1988) junto a James Brolin. En los episodios finales, por lo que recordamos, el super-héroe y su novia, se casan, vigilados por “Maxwell” siempre ansioso de manipularlos y aprovecharse de ellos.
Cabe decir que William Katt era ya un actor conocido cuando protagonizó El Gran Héroe Americano, su rostro había aparecido en películas tan notables como Carrie (1976) y Big Wednesday (1978). Era uno de esos jóvenes actores que están a las puertas de los estudios a la espera de su gran oportunidad. Fue uno de los nombres que sonaron para interpretar a Luke Skywalker en la primera entrega de la Guerra de las Galaxias, pero tuvo que esperar su hora interpretando al “profesor Hinkley”. Ninguna carrera de actor puede soportar un papel como aquel, así que, como era previsible, su estrella declinó al concluir. Sin embargo, los estudios no se olvidaron completamente de él y, hasta nuevos días (cuando ya cuenta 65 años) sigue siendo requerido para participar en series televisivas: House (2006), Walker (1998), JAG (2001-2004).
LA SERIE, EN SU CONJUNTO
No se trató de una serie memorable. De hecho, en los EEUU pasó completamente desapercibida y se agotó pronto. En España, sin embargo, tuvo cierta popularidad en el verano de 1983. Fue el equivalente a la “canción del verano”. Lo que Verano Azul había sido el año anterior. Hoy, vista con el tiempo, la serie no pasa de ser una broma sin el menor interés y con gags poco logrados. Tiene la ternura del absurdo y la capacidad adictiva de un tipo débil que recibe una misión para la que no está a la altura. Todas las historias de super-héroes nos muestran a un tipo normal y corriente, como cada uno de nosotros, que bruscamente adquiere poderes extraordinarios que generan en él una especie de “metanoia” (cambio radical de conciencia). En el caso de “Hinkley”, no hay nada que hacer: con los leotardos rojos y la camiseta freaky a lo Sheldon Cooper, sigue siendo tan inútil como en su vida cotidiana.
Lo peor de todo fue que en diciembre de 1980, cuando la serie hacía poco que se había estrenada, un tal Hinkley disparó sobre el presidente Reagan. Así que en el episodio sexto, “Hinkley” pasó a ser “Hinley”. Para colmo, los depositarios de los derechos de Superman cubrieron a la serie con constantes demandas alegando que el personaje era un plagio del decano de los super-héroes y, para colmo, era humillante.
En su conjunto la serie era un despropósito completo. Podría clasificarse como “comedia familiar” de no ser porque algunas escenas de violencia no satisfacían ese registro. Los guiones no eran muy trabajos, los efectos especiales rutinarios, el famoso traje era una mezcla chándal de los 60 y el aspecto global del pobre protagonista, era el de un verdadero adefesio.
Cuando, a la vista de todos los problemas surgidos, la serie fue interrumpida, incluso estaba remontando en los EEUU. Hoy se la considera como “serie freaky”. Hace falta ser coleccionista de esta temática para poder visionarla de nuevo. Está reeditada en DVD e incluso la Fox amenazó en 2014 con un remake.