FICHA

Título original: Baretta.
Título en España: Baretta.
Temporadas: 4 (82 episodios autoconcluidos)
Duración episodio: 60 minutos.
Año: 1975-1978.
Temática: Thriller
Subgénero: Policiaco – Acción.
Tema: Policía poco ortodoxo, habitual del disfraz e infiltrado en redes de delincuentes acompañado por una cacatúa y de comportamiento camaleónico que resuelve casos criminales en cada episodio
Actores: Robert Blake, Tom Ewell, Michael . Roberts, Dana Elcar, John Ward, Ron Thomsom, Chino ‘Fat’ Williams, Burt Young, Emmet Walsh, Chris Mulkey.
Lo mejor: el loro.
Lo peor: el gorro.
¿Cómo verla?: algunos episodios pueden verse en youtube en VO. Algunos episodios pueden bajarse de emule en castellano y en versión original.

CLIPS

Puntuación: 6
Tema musical
Trailer (en inglés)

TODO LO QUE HAY QUE SABER SOBRE BARETTA

No era una serie destinada a triunfar en España, al menos con ese título. Y sin embargo, tuvo éxito en los años de la transición, seguramente porque la audiencia terminaba tranquilizándose sabiendo que los asesinatos se cometían en una remota ciudad norteamericana y no en la acera de enfrente, ante sus domicilios. Sería casi una serie de «policías contra criminales» de no ser por las particulares connotaciones del policía protagonista y por todo lo que siguió con el actor que lo encarnaba (y que desapareció de las pantallas para reaparecer en las cárceles y en los juzgados norteamericanos). Estas son sus historias.

“VER A BARETTA” NO ERA “IRSE DE VARETA”

Era terrible, porque sonaba igual. A nadie en su sano juicio se le hubiera ocurrido hoy emitir una serie cuyo título, Baretta, tuviera la misma resonancia fonética que “vareta”. En el pudibundo Diccionario de la Real Academia de la Lengua se dice aún que “vareta” es “una expresión picante con que se zahiere a alguien” y evita mencionar las expresiones que todavía eran típicas en las España de los 60 y 70: “irse de vareta” o “estar de vareta”, esto es, verse afectado por una descomposición intestinal demoledora. Sin embargo, esta afinidad fonética no fue obstáculo para que Televisión Española la contratara durante la transición y raro era el hogar en el que no se había hecho alusión a lo peregrino del título.

El Baretta que daba nombre a la serie era “Anthony Vicenzo ‘Tony’ Baretta”, policía de una ciudad no particularmente bien identificada en la serie. Decía estar adscrito a la comisaría 53, pero no sabríamos decir si de Nueva York o de Los Ángeles. Lo que caracterizaba al personaje era una de esas modestas gorras que utilizaban en otro tiempo los repartidores de periódicos. Cuando se la quitaba en su hogar –era soltero y no se le conocía compromiso- se quedaba en camiseta y manga corta. Llevaba el pelo descuidado y habitualmente revuelto. Se movía por la calle con una chaqueta marrón de pana y desgastada. No era lo que se dice la quintaesencia de la elegancia ni el gran timonel del look. Su estilo y su apariencia externa, estaban a medio camino entre la dejadez de Colombo y lo miserable del “detective Belker” de Canción Triste de Hill Street. Tenía, algún otro rasgo diferencial: “Tritón”, una especie de cacatúa que respondía al teléfono. Era el elemento cómico de la serie.

“Tony Baretta” solía disfrazarse para resolver un caso. Buena parte de su tiempo era un “policía infiltrado”. Sus superiores deploraban sus métodos, pero siempre, en última instancia, obtenía resultados. No era el primer policía infiltrado. Antes, una serie de escaso éxito que no llegó a España, Toma (1973-1974), ya nos había presentado un tema idéntico. Entonces el protagonista era Tony Musante, cuyo papel daba nombre a la serie. Baretta recuperó el rol del infiltrado en un contexto más amplio e informal. Su frase arquetípica era Don´t do the crime if you can´t do the time (no cometas el crimen si no puedes cumplir la sentencia).

Era un típico ligoncete de bolera y el terror de las chicas de los billares de su barrio;ellas, fascinadas, no parecían sorprenderse por el lamentable estado de su Chevrolet Impala del 66. Así era Baretta y así lo vimos en la lejana transición española.

DEL EMMY A LA PRISIÓN

La serie era, más o menos, entretenida y respondía a las concepciones de la televisión de los 70: un héroe solitario investigaba casos criminales y resolvía misterios. Aquella década tuvo inflación de este tipo de personajes fabricados casi a troquel:  Kojak, ColomboMannix… Tony Baretta era una más. La serie se prolongó durante 82 episodios sin grandes cambios entre el primero y el último. El papel protagonista estaba interpretado por Robert Blake que tenía antecedentes italianos y había destacado junto a sus dos hermanas en 1936 formando el grupo The Three Little Hillbillies (Los tres pequeños montañeses), cantando y haciendo monerías. Luego pasaron a extras de cine en Los Ángeles. Robert era lo que se llamaba “un niño prodigio” y como tal participó en la famosa serie de cortometrajes La Pandilla que llegó a filmar 220 cintas entre 1922 y 1944. La serie nos mostraba las aventuras de unos niños de clase baja. En España llegaron muy tardíamente, en los años 80 dentro del espacio infantil La bola de cristal. Hoy Blake es uno de los pocos actores supervivientes de aquella serie en la que había aparecido en 23 episodios.

Blake siempre ha recordado que esa serie representaba un poco su infancia: se definió a sí mismo como hijo de un padre alcohólico y abusador, frecuentemente se veía envuelto en peleas con otros compañeros de clase y tenía un bajo rendimiento escolar. A los 14 años se escapó de casa. Hace falta saber porqué Blake desveló todos estos aspectos desagradables de su vida, que se ignoraban en el momento en el que, tras aparecer en algunas películas notables (junto a Bogart en El tesoro de Sierra Madre [1948], La historia más grande jamás contada [1965], The Purple Gang [1959] o A sangre fría [1967]), se volcó en la televisión. Apareció en 1969 en la serie El fugitivo, y así fue preparando el camino para obtener un papel protagonista en Baretta. Como ocurre en estos casos, después su carrera entró en un discreto declive.

Siguió apareciendo pero sus buenos momentos ya habían pasado. En 1985 protagonizó la serie Heil Town en la que asumía el papel de un sacerdote que ejercía su apostolado en barrios peligrosos. En 1997 todavía seguía haciendo cine. Pero, cuando el público se había olvidado prácticamente de su rostro, su nombre volvió a aparecer con más fuerza que nunca en los medios de comunicación… solo que en la crónica de sucesos.

En efecto, se vio envuelto en un caso similar al de OJ Simpson. Un buen día de 1999 conoció a una aventurera de buen ver, Bonnie Lee Bakley, especializada en muñir a abuelos millonarios. Iba por su undécimo matrimonio cuando dijo quedarse embarazada de un hijo de Marlon Brando, al que puso su nombre, pero diciéndole también a Blake que era hijo suyo. Luego se casó con Blake, tras hacer una prueba de AND. El 4 de mayo de 2001, Blake llevó a su esposa a cenar y luego ésta apareció muerta de un tiro en la cabeza sentada en el auto. Las sospechas apuntaron contra Blake cuya coartada no se sostuvo. Fue arrestado en 2002 y acusado del asesinato. La tesis de la defensa era demostrar que Christian Brando había urdido una conspiración. Un jurado (que el juez calificó como “increíblemente estúpido”  lo terminó absolviéndo en 2005. Luego, un jurado civil lo encontró culpable de la muerte de su esposa, dando la razón a los hijos de la aventurera. La indemnización y el juicio quebraron sus finanzas. Actualmente trabaja como ayudante en un rancho. A pesar de no perder las esperanzas, nunca más ha vuelto a actuar.

VALORACIÓN Y RECOMENDACIONES

En su momento era una serie entretenida, o al menos así fue considerada por el público. En realidad, no era una gran cosa. Clónica y repetitiva en relación a otras series coetáneas, los rasgos del protagonista e incluso su loro y la muletilla, la gorra y la chaqueta de pana, se olvidaron pronto así como el rostro de Blake. En España, ni siquiera llegó la noticia de su implicación en el asesinato de su esposa.

Ver esta serie hoy no dice gran cosa. Servirá solamente a efectos de recordar cómo fue aquella época y cómo después de los sobresaltos continuos del telediario, los crímenes que resolvía Baretta nos parecieran casi entretenidos y llevaderos, sobre todo porque ocurrían a kilómetros de distancia. Si le gustó el resto de series protagonizadas por policías y detectives que resolvían casos como un carnicero vende chuletones, debería de revisarla, pero no espere maravillas.

 

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